LA AMISTAD ... Fácil o Difícil?
Abril 2, 2016
"La única forma de tener un amigo es ser uno."
Ralph Waldo Emerson
Ralph Waldo Emerson
Muchos de nosotros
contamos con muchísimos amigos, los queremos y oramos por ellos, nos reunimos,
compartimos, nos apoyamos en las buenas
y en las malas casi siempre, y estamos
seguros que esa amistad es duradera. Hoy,
vengo a hablarles precisamente de la amistad, de los viejos amigos y los nuevos
que van llegando a nuestras vidas, pero no cuando todo marcha bien, sino cuando
hay situaciones que nos hacen dudar de ella, o cuando el amigo no es tan
'perfecto' como lo imaginamos, o no queremos compartir sus sinsabores. Cuando amar al prójimo a veces se nos hace fácil y otras muy difícil.
Vengo
a hablarles sobre Aceptación y Perdón,
Diferencias y Semejanzas, Retos y
Compasión. Vengo a compartirles mis
experiencias humildemente.
¿Cómo reaccionas si ese
amigo o amiga te confiesa algo que no esperas?
¿Te confía una cuita que ni imaginabas? O está pasando por momentos difíciles,
tristes, y no quieres vivir esos momentos con ellos? De eso voy a hablarles
hoy, porque la amistad es mucho más que reunirnos en una fiesta o comida, o celebrar
un cumpleaños, o llorar en un funeral por cumplimiento ('cumplo' y 'miento' decía
un amigo sacerdote).
Quisiera hoy recordar
algunas situaciones de mi vida y compartirles.
Mi padre me dió las mejores
lecciones sobre la amistad con su ejemplo y sus consejos. Y sin haber leído nunca a Ralph
Waldo Emerson, él insistía en que para tener amigos,
había que saber serlo en todo momento. Y
fue mi padre y luego mi madre quienes me enseñaron a orar, y conocer a Dios,
que al fin, fue el Mejor Amigo, pues dió la Vida por todos. Son
todas esas lecciones las que me han hecho obrar de un modo u otro en
ocasiones.
Cursaba el segundo grado de la escuela primaria. Llegué a casa medio llorosa y quejándome a mi madre, por el comportamiento
de una compañerita de clases (recuerdo su nombre, Estrellita) que había sido
trasladada de otra escuela cuando ya el curso estaba comenzado. Yo me ofrecí
a ayudarla para ponerse al día, pero cuando ya ella se sintió familiarizada con todo, prefirió otros grupos
con quienes asociarse y me dejó de lado.
Ese día en particular, me había hecho un desaire frente a otras
niñas. Mi padre nos escuchaba cerca en
otra habitación, y al salir, me dijo, "Déjala, ella no está obligada a ser tu
amiga, lo que hiciste por ella fue lo
correcto, lo demás déjaselo a Dios, y sigue siendo como eres." Yo
protesté, "Nunca más ayudaré a nadie,
y si ella viene luego a buscarme para ser mi amiga, porque las otras niñas no
le hacen caso, no seré su amiga." Y
mi padre me respondió, "Con la medida que midas, así te medirán.
No pagues mal con mal, hija. Al
contrario, perdona y dale otra oportunidad. Y si una persona te falla, dale a los que
vengan la misma oportunidad que le diste a ésa, los demás no tienen la culpa." Fue
una lección que jamás he
olvidado.
Durante el tiempo de mi niñez y juventud en Cuba, experimenté varios sinsabores y decepciones a causa de la política imperante de la izquierda en mi país natal. Por ideas religiosas, por no pensar como el gobierno quería, por no hacer lo que esperaban. Conocí amigos de verdad, que estuvieron ahí hasta el final, y conocí las falsedades, envidias, doble moral y tantas otras cosas, que muchos como yo, hemos sufrido en la isla caribeña. Pero mis padres, nunca me dejaron olvidar que pese a todo eso, éramos creyentes en un Dios de justicia y de amor, y la clave era no cambiar quiénes éramos en realidad, sino mantener nuestras mentes y nuestros corazones sin odios. Como también amo la justicia, y defiendo a los más débiles, era muy raro que me quedara callada frente a todo lo que no era noble y justo. Mis padres temían por mi seguridad en ocasiones.
All llegar a mi nuevo país, Estados Unidos de
América, conocí discriminaciones y rechazos, pero siempre ofrecí mi amistad y
mi servicios a todos. Conocí personas muy instruídas, amables que me enseñaron
muchas cosas que no conocía. No tenía
problemas generacionales (generation gap),
así que hacía amistad con
personas mayores ó menores que yo. Tampoco discriminaba por raza, sexo, religión,
ni ninguna otra diferencia. Eso me transformó de una chica callada e introvertida a la fuerza, bajo un estado opresor, a una persona muy elocuente y afable que conversaba
y compartía con todos en una democracia. Nunca agradeceré suficiente a mis padres
por traerme a este país a vivir con libertad.
Hace un tiempo vino un amigo a pedirme una carta para presentar en un juicio. Su hijo enfermo había cometido cierto delito castigado por las leyes, y había que hablar del carácter de la familia y de la enfermedad de ese hijo. No muchos quisieron escribir la carta, pero yo no dudé en hacerla y presentarla al juez.
Un amigo fue deportado a su país de origen, le reclamaban por una cierta vinculación a grupos activistas y asesinatos ocurridos entre estudiantes de una universidad en el pasado, con los cuales él estuvo asociado, aunque él decía era inocente. La carta debía describir solamente su comportamiento durante los últimos 15 años en estas tierras americanas. Muchos se negaron a escribirla, por razones muy válidas, pero yo la hice, y no mentí, únicamente dije lo que conocía de él sin rodeos, incluso que asistió a mis tertulias mensuales en casa. Después de estar encarcelado varios meses, finalmente fue deportado, pero no se fue sin antes escribirme una carta que me llegó por correos, dándome las gracias por haberlo apoyado en su desgracia y en su soledad, cuando todos desistieron de él.
En dos
ocasiones, muy diferentes en tiempo y
lugar, conocí a unas amigas, amables
y cariñosas la una y la otra; las
traté por años (aún siguen siendo amigas), y me confesaron que no eran lo que yo
pensaba. Fueron hombres, antes que ser
mujeres. Al preguntarme, cómo yo me sentía al saberlo, les dije que igual las quería, porque hagan lo que hagan, sean lo
que sean, no me corresponde a mí, hacer
juicios, sino amar y orar por todos. A veces se nos olvida, que cada ser humano
tiene una responsabilidad directa con Dios, y
que no le corresponde a nadie, vivir
la vida del otro, ni aún la de
nuestros propios hijos.
Cuando trabajaba en la Universidad de Miami, conocí a un gran amigo. Compartíamos en los recesos un café y lindas charlas sobre libros y teatro, y fue quien me animó a volver por las noches a estudiar en la universidad y graduarme de Periodismo. Cuando noté que adelgazaba y palidecía, me confesó que era Gay (homosexual) y se moría del Sida. Lo triste era que no sabía de sus padres que lo habían rechazado. Le pedí que los contactara, que les diera otra oportunidad, y que hablara al menos con su madre. Así lo hizo, se reconciliaron antes de su muerte. Por esa fecha, casi moría yo también en un hospital con un Embolismo Pulmonar. Después de mi convalescencia, supe de su muerte, y le escribí una carta a su espíritu que envié a sus padres. Recibí luego una llamada de ellos, agradeciendo mi intervención en el acercamiento familiar, pues él les había hablado de mí.
Conocí a una chica Coreana en una de las oficinas donde trabajé. Ella era casada con un antiguo soldado italo-americano. Sin ningún motivo, aquella voz estridente de la oriental me molestaba cada vez que venía a mi escritorio con algunos de los papeles con que trabajábamos, y no le dedicaba apenas ni una sonrisa. Un día asistí a la capilla del hospital cerca de donde ambas trabajamos, y me la encontré allí de rodillas frente al altar, muy cerca del banquillo donde yo también estaba de hinojos. Al verla allí frente al mismo Dios que yo oraba, me dí cuenta de mi tontería. No solo cambié mi actitud con ella, sino que le confesé lo mal que me caía sin razón, antes de ese momento. Fuimos muy buenas amigas.
Recién llegada de Cuba, conocí a una chica que se convirtió en una amiga inseparable de mi hermana y mía. Obró muy mal con el tiempo, y nos alejamos de ella. Un día mi padre me comentó que estaba grave, había estado postrada y padecido por años de Múltiple Esclerosis, nunca se había podido casar ni tener hijos. Fui a verla, le pedí perdón por no haberla yo perdonado antes. Nos reconciliamos y murió poco después. Su madre me agradeció ese gesto hasta que ella murió también.
Un amigo cantante muy conocido en Cuba, enfermó y fue a parar a un asilo. Yo lo visitaba aunque ya no me reconocía, como he visitado a algunos otros artistas que aunque no eran amigos, llevaron en alto el nombre de Cuba por todo el mundo. Ellos no sabrían quién era yo, pero soy yo la que aún sé, quienes fueron ellos.
Una gran soprano cubana, mi primera maestra de canto, no solo me daba clases, me invitaba a almorzar con ella, conversábamos, fue un gran apoyo cuando mi propia madre murió, planeaba ir a cantar en la misa de los quince de mi hija enferma Sandra, pero ella enfermó de cáncer, y se fue en menos de un año. Durante los últimos meses, yo ayudaba en su cuidado visitando la casa, y junto a otros artistas conocidos, ayudábamos a levantarla, darle masajes en la espalda, etc. Luego, en sus úlitmas, yo pasaba por el hospital después de mi trabajo a verla, antes de llegar a mi hogar. Una mañana temprano su hijo me llamó que había fallecido.
El padre de otra amiga fue acusado de un crimen menor. Muchos se alejaron y no querían estar con ellos. Yo nunca les fallé, estuve todo el tiempo que hizo falta, hasta que se arreglaron las cosas.
He presenciado conflictos entre otros amigos mutuos, y siempre que me es posible, intervengo discretamente para buscar la armonía y el acercamiento entre ellos. Algo así como un Peace Maker (Pacificador). Me gusta contar "chismes positivos."
Una amiga de la Iglesia enfermó de cáncer, le quitaron los senos o mamas y luego, en la casa no podía cuidar de sus hijitos pequeños, ni hacer nada en la casa. Yo organicé a otras parejas de amigos para que ayudaran con el cuidado de los niños, mientras ella se recuperaba. Le traíamos mandados del mercado por turnos cada familia. Yo limpiaba su casa en ocasiones cuando era mi turno, aunque yo tenía una señora que limpiara la mía y cuidaba de mi hija enferma.
Un amigo querido, se convirtió en un alcohólico. Tuvo un grave accidente y quedó incoherente y postrado en un sillón de ruedas. Siempre que podía pasaba a visitarlo al asilo donde estaba, alguna vez me reconoció, y siempre me lo agradecía, hasta que falleció.
Una amiga de muchos años, se alejó por un malentendido con otras personas las cuales conoció por mí. Habló mal de mí, sin embargo, nunca le guardé rencor y al enterarme que moría de una enfermedad terminal, quise ir a visitarla, pero ella se negó. No obstante, fui a su funeral y en silencio junto al ataúd oré por ella.
Me alejé de un local donde varios amigos artistas realizaban una bonita labor cultural, pero donde se me hicieron algunos desaires y tuvimos desacuerdos. Con el tiempo, luego de enterarme del accidente algo serio de uno de ellos, pensé que la amistad era mucho más valiosa que las nimiedades, que la amistad era de aceptar y perdonar, y yo admiraba la labor que ellos realizaban por el arte, así que olvidé el pasado y continué apoyándolos, como lo hago por muchos otros grupos en la ciudad. Hay que apoyar lo bueno que se hace, y dejar a un lado las pequeñeces.
Un amigo trabajaba en un banco. Una noche lo ví en las noticias por la tele, se lo llevaban preso y era acusado de matar a su Ex-esposa. Contacté a su madre, que estaba desvastada. Ellos clamaban que mi amigo era inocente, y que el amante de turno de su Ex Esposa lo había incriminado. A la cárcel, le envié algunos de mis libros y de otros autores junto con mis cartas, y me ocupé de darle ánimos a su pobre madre. La Iglesia tiene un programa llamado CAIRO para ayudar a personas encarceladas... Son muchas las cartas llenas de gratitud, que me llegan de cárceles y penitenciarías a mi apartado, cartas de presos que leen mis libros y que de alguna forma les he ayudado sino a cambiar totalmente a reconocer sus errores y mirar la vida diferente, y creer en Dios . Mi amigo sigue preso, debe pagar por su crimen, tanto si fue culpable o no, solo Dios sabe, pero alguien dijo que el verdadero cristiano, es intransigente con el pecado, pero misericordioso con el pecador.
En otra ocasión, una amiga querida con la que compartí en varios eventos, fue acusada y presa por conspiraciones contra su Ex marido. Me dió pena por ella, por sus hijas y su querida madre, oré mucho por ella, aunque nunca supe que más pasó. Al pasar los años, me reencontré con ella en las redes sociales, y nunca indagué ni mencioné, ni pregunté de su pasado (si fue inocente o si pagó por alguna culpa), eso es de las leyes de Dios y de los hombres.....yo la acepté con el mismo cariño. La curiosidad a destiempo, es un pecado. La misericordia es una gran virtud.
Mi madre fue atropellada por un carro cruzando la calle, un anciano no la vió, pues ella cruzaba atravesando a media cuadra y no por el derecho de vía donde están las luces de tráfico. Mi madre sobrevivió después de rebasar un estado de coma, unos 19 días después en el hospital, y murió en la cirugía, nunca despertó. Con el tiempo tomé la dirección del chófer de los papeles del policía y visité a la familia, para decirles que los perdonaba, pues no fue intencionalmente que mataron a mi madre. Solo con Dios puede una hacer esas cosas.
Cuando me mudé a la casa donde vivo actualmente, luego de mi divorcio, me llevé la grata sorpresa de ver que antiguos vecinos del otro barrio, vivían ya por acá. Una pareja de ancianos, sin hijos ni casi familiares ni amigos, algo solitarios y no muy comunicativos, pero conmigo, sobre todo el señor se llevaban bien. Yo con el señor, hablaba de cosas interesantes, de Cuba, de política, etc. cuando éste enfermó del corazón y venía a tomar café en las tardes a veces a mi casa. El año pasado falleció, y la esposa quedó muy sola. Ella no hablaba ni saludaba a nadie, pero comenzó a saludarme de lejos, y poco a poco vino a casa a ver a mi hijita enferma, y le he ayudado en algunas cosas. El día de Pascuas Floridas o Resurrección (Easter) le llevé un ramito de flores muy sencillo que compré en el mercado. Sus ojos inundados de lágrimas, supieron darme las gracias.
A veces tengo mil cosas con las que estoy lidiando, escribiendo un nuevo libro, haciendo artículos, trabajos de notaria o de traductora, etc. pero trato, siempre que el tiempo y mi paciencia lo permitan, de hablar con todos, escucharlos, apoyarlos y ayudarlos. No son solo nuestros problemas los que tienen prioridad. Yo sé que cuando los estamos pasando creemos que es así, que son los más grandes, pero siempre hay quien vive peores momentos. Casi siempre estoy disponible y atiendo a los que me necesitan, algunas personas a veces se acomodan a mi amabilidad y hasta abusan y exigen que les escuche todo el tiempo, sin darse cuenta que atiendo a una hija postrada y que soy sola para resolver todo en mi hogar. Es entonces cuando pongo un límite, les doy un espacio, y luego me lleno de paciencia de nuevo, yu los excuso, pues comprendo que no tienen a nadie más. Dios nos pide amarnos los unos a los otros.
Incluso con el pasar del tiempo, he dejado atrás
los resentimientos y menudencias de un divorcio.
Por duro que haya sido, trato
que solo quede el amor por los hijos en común y desear lo mejor el uno al otro, pues una vez
hubo amor en pareja, y perdonar y ser
perdonados. No podemos odiar a las
personas que nuestros hijos aman, pensémoslo. Eso hace la gran diferencia.
A la mañana siguiente, yendo para mi trabajo escuché en la radio que un chico venezolano se había tirado a la carretera para suicidarse. Estaba en el hospital Jackson, y anoté el nombre. A la hora de mi almuerzo, ya que yo trabajaba cerca en la Escuela de Medicina, fui a verle. Estaba todo enyesado e inmóvil, pero me escuchaba y me miraba, las lágrimas le corrían por las mejillas. Le hablaba del perdón de Dios y de amar a la familia, y que a veces las enfermedades mentales ó del corazón nos llevan a cometer errores, pero que Dios es bueno y grande y nos perdona siempre.
Al salir de allí, me siguió un señor por el pasillo. Era el terapista que estaba en el mismo cuarto del paciente, preparando los utencilios y escuchaba lo que yo hablaba con él. El terapista realmente emocionado, me compartió que la noche anterior me escuchaba hablar en la radio cuando él regresaba del trabajo en el hospital a su casa, y pensaba al escucharme hablar por la radio, que era muy bonito hablar así , pero faltaba comprobar si era verdad que yo practicaba lo que hablaba. Y cuál no sería su sorpresa de verme allí en persona, y escucharme esa mañana siguiente obrando la misma caridad de la cual yo hablé en el programa... me dijo emocionado, "Gracias por haberme devuelto la fe en la Humanidad."
Amigos míos, sé muy bien que muchos que leen, han hecho
cosas así, estoy segura, que han tenido miles
de situaciones donde han mostrado amor y caridad con los amigos, han perdonado, y han sacrificado por ellos. Pero
me gusta compartir mis anécdotas en mis blogs, tan solo para que sepan que SI SE PUEDE, que con Dios podemos....que la
vida es muy corta, para vivir con violencia y odios, resentimientos y
mezquindad. Amemos y dejemos ir, a veces amar es también dejar ir, pero sin odios ni rencores, para dejar el corazón libre de recibir otros amores y amistades.
Dios es amor y
generosidad, imitemos ese ejemplo en nuestras vidas. No siempre la amistad es
fácil, y a veces es placenteramente simple, como pasa con los matrimonios, con las relaciones, con la
vida, con los hijos en ocasiones,
pero con Dios todo se puede. Se
los puedo asegurar.
"En todo tiempo ama al amigo." Proverbios 17:17
"Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos". Juan 15:12-13
Saludos Xiomara ,me encantó sus notas y comentarios ,Gracias por compartir tan hermosa enseñanza propia de su vida ,que Dios siempre Bendiga su linda familia ,un fuerte abrazo amiga Aida Æ ♥ ☺
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