Tuesday, April 3, 2018

LAS MADRES CON HIJOS ENFERMOS.. Xiomara J. Pages


LAS MADRES CON HIJOS ENFERMOS..
por Xiomara J. Pages
Abril 3, 2018

Cuando nos nace un hijo enfermo, la impotencia, la rabia, el dolor, nos hace muy vulnerables y tristes, pero a la vez con el tiempo nos convierte en seres valientes, aunque en ocasiones decaemos bajo el peso de la cruz. Pero si creemos en Dios, encontraremos siempre motivos para levantarnos y seguir. No  es un camino fácil, pues muchas veces la sociedad no lo puede comprender totalmente, y en ocasiones, uno de los padres  (generalmente es el hombre, aunque hay madres también )  no puede  aceptar la realidad.


Y es que es una realidad muy dura y triste que solo el que la vive la comprende... las idas y venidas al médico y hospitales, los tratamientos, operaciones, salones de espera, el martirio de ver sufrir a un hijo, con cables, tubos, agujas,  etc. y no poder a veces hacer nada,  las miradas y comentarios a lo lejos en susurros, ..todo crea un gran estrés, que cobra un peaje en cualquier familia, y en la pareja.


Es muy triste lidiar con el hijo enfermo, y encontrarse sola sin el apoyo del otro padre, en ocasiones, sin ni siquiera ayudar con los gastos especiales de ese niño enfermo.  Y mientras la madre es generalmente quien queda con ese hijo enfermo,   el padre se aleja, se separa  a hacer su vida, egoístamente,  lejos del problema.... dejando a la madre sola con toda la responsabilidad.  Es ella quien enfrenta todo, cambiando horarios,  prioridades, y en ocasiones hasta la compañía  de  aquellos con quienes contaba,  porque no todo el mundo tiene el nivel suficiente de comprender a una madre con un hijo enfermo.

Ellas a veces están felices, otras frustradas  e irritables, porque no es fácil, por muy optimista y fuerte que  ella sea, ver el mismo cuadro todos los días y no poder hacer mucho para cambiarlo.. . Y sentirse sola con el poder absoluto de decidir sobre la vida del hijo enfermo, sin el apoyo del otro que debiera apoyarla.


Las personas que quieren ayudar a esa madre, deben tratar de no crearles más  tensiones  ni presiones, sino al contrario, apoyarles, ayudarles, darles ánimo, pero con tacto, compasión y amor.   No podemos juzgar la vida de otro,  de esa madre, sin habernos puesto sus zapatos y caminado en ellos unas cuantas leguas.


Con el tiempo esa madre aprende a canalizar las dificultades, y se reviste de un escudo que solo Dios proporciona,  y se vuelve valiente.  Esperando lo mejor siempre, pero preparada  para lo peor, aunque  nunca se está verdaderamente  preparado para ver sufrir,  padecer o morir a un hijo.


La fe en Dios les da la fuerza y el coraje de aceptar la situación y llegarla a ver todos los días como algo normal , aunque por  momentos les toque un poco la desesperación y  las lágrimas , y las oraciones se convierten en su pan diario.  

Estas madres  aceptan al hijo enfermo a pesar de lo injusto y cruel de la situación, y crecen en empatía por el hijo y con el tiempo,  por los demás, porque  el sufrimiento no lo quiere nadie, pero nos transforma y nos hace vivir  y valorar el presente y lo que es importante.

Estas madres  buscan  soluciones  a lo que pueden  mejorar  o  avanzar  y  no  a quedarse  en la inercia  y la queja.    Ellas  se caen, pero también se levantan, porque como dijo una vez,  el Presidente estadounidense,  Ronald Reagan, "Ser valientes no significa dejar de temer, sino seguir adelante a pesar del temor..."  Y ellas aprenden y le comunican a los hijos enfermos en muchos casos,  y al resto de la humanidad,  lo que es la fuerza y el entendimiento, pero sobre  todo la Aceptación y el Amor  incondicional.