Los libros, esos
grandes amigos
de Xiomara J. Pages
Marzo 29, 2016
Leía en un muro de
Facebook lo que compartía un amigo sobre los libros, y trajo a mi memoria tantos recuerdos!!!
Mis padres no eran de
mucha escolaridad, pero tenían un corazón con tanta sabiduría y amor a Dios y a los demás, que compensaba por cualquier deficiencia en temas de cultura. Sin embargo, siempre nos alentaron a estudiar a mi única
hermana y a mí, sobre todo mi madre que
siempre calladita estaba ahí y nos acompañaba a dondequiera, para apoyarnos en cualquier empresa, y ella tanto como mi padre nos dieron siempre la confianza para creer en nosotras mismas y lograr lo que
nos propusiéramos.
Papi fue el mayor de 8
hijos, un guajirito de Jaruco , Cuba, que además de trabajar en el
campo ayudando a su padre, aprendió a ser barbero, y apenas con 18 años, se fue a la capital donde
trabajó hasta su salida al exilio de
"guaguero" (él era un trabajador de ómnibus
cobrando el pasaje, le llamaban 'conductor'
aunque él no conducía el ómnibus solo recibía el pago de
los pasajeros). Lo respetaban todos por su gran honestidad, buenos modales
y simpatía con todo el mundo, y fue hasta tesorero por muchos años de la Ruta
10-11 de Jacomino-Vedado, de los Ómnibus Aliados. Fue mi mejor maestro para aprender sobre la
Amistad. Le gustaba leer la Revista 'Bohemia' y 'Selecciones' (Reader's Digest) y los
periódicos. Era un hombre muy inteligente aunque apenas llegó a sexto grado, pero en sus últimos años con
Parkinson, la señora que nos ayudaba a cuidarlo, le leía el periódico pues él
lo pedía.
Mi madre, la más chica de seis hijos, era hija
de españoles: de Islas Canarias mi abuela
y
andaluz, de Sevilla, mi abuelo materno. Había tenido que dejar la escuela por más de
un año para ayudar a criar a sus
primeras sobrinas, hijas gemelas de una
hermana mayor, y ayudar además a su
madre desde temprana edad en el cuidado
de otra hermana con Tuberculosis y problemas de Tiroides, que falleció
eventualmente a los 33 años. Mi madre sacrificó mucho desde niña por su
familia, desde que perdió a su padre al cáncer
a la edad de 12 años. No le gustaba
mucho la escuela, y ya adulta y casada con hijas, solo leía en las tardes, luego de todo el trabajo de la casa que no se
compara al que hacemos hoy día con las nuevas tecnologías, sus novelitas de Corín Tellado ó algunas que
publicaban por capítulos en la Revista Vanidades
y otras.
Pero ella insistió con nuestras tareas de la
escuela, a pesar de sus limitaciones, nos enseñó a leer, a coser a máquina, y junto con mi padre, ambos nos
alentaron a aprender a bordar y coser
para la calle. También
mi madre nos apoyó a mi hermana y
a mí para poner una escuelita en casa
durante el verano, y ayudar por 25
ó 50 centavos a la semana a
muchos otros niños de edad escolar,
menores que nosotras, que mejoraron mucho en aprender a leer y demás, una
especie de 'tutoring' como le llaman acá.
También mi padre nos pagó clases particulares de Inglés,
con un amigo, un negro de la isla Barbados, Thomas Bailey, y eran clases
mucho más intensas que lo básico de la escuela (mis padres querían prepararnos para salir del
país, aunque nos quedamos con pasaportes y visas al romper relaciones diplomáticas, los dos países de Cuba y Estados Unidos).
A ambos les gustaba mucho
la música, y el radio siempre estaba puesto, y escuchábamos lo mejor de Cuba
y del mundo en el. Mima siempre cantaba (sobre todo españoladas, y a veces cosas de
Libertad Lamarque) mientras lavaba o limpiaba y nos enseñó a hacer de todo en el hogar, aún cocinar desde
temprana edad, pero también fue ella la que nos enseñó a bailar todos los ritmos cubanos, pues
Papi aunque alegre, chistoso, y le gustaba la música, tenía dos 'pies
izquierdos', jajaja.
También la televisión
durante nuestra niñez era muy buena, y además de ver programas musicales, como 'El Casino de la Alegría' o 'Jueves
de Partagás' que
tenían de todo, música popular, bel canto, danzas o ballet, y
presentaban todos los artistas fanmosos del mundo invitados a La Habana, etc., mirábamos novelas con Gina
Cabrera, Raquel Revuelta, Carlos Badías, Alberto González-Rubio, entre muchos buenos actores,
y nos reíamos con otros episodios cómicos de
Garrido y Piñeiro, Aníbal de Mar,
Tres Patines y Nananina, etc., o 'La Taberna de Pedro' por citar algunos.
Recuerdo que cada miércoles presentaban 'El Cuento Universal' con obras teatrales de
todo el mundo, traducidas por supuesto al español si eran en otro idioma. Fue
una de ellas la que más me impresionó a
la edad de 12 años.
Yo escribía en mis diarios, desde chica, y también poesías y composiciones que todos los
maestros me hacían leer en los Actos Cívicos de los Viernes en el colegio desde
esa edad, y mi hermana y yo cantábamos a dúo,
como 'Las Hermanitas Sánchez'.... Pero
esta obra de la que hablo, ' I remember
Mama' puso en mí el deseo de ser escritora (más tarde no solo lo logré publicando libros y columnas periodísticas, sino que estudié Periodismo en la Universidad de Miami).
Mama's Bank
Account (La cuenta de Banco de Mamá) era una novela de Kathryn Forbes llevada al teatro en 1944 como 'I remember Mama' (Yo recuerdo a Mamá) y fue presentada en ese espacio de la televisión
cubana por los 1960. Luego basada en la obra teatral, se le llevó también
al cine en 1948 y a al teatro musical de
Broadway en 1979. Esa obra siempre será
especial en mi corazón, pues era sobre
una chica que quería escribir pero no tenía éxito contando fantasías, hasta que una
experta y el amor y la confianza de su madre, le demuestran que lo mejor que podía hacer era
escribir sobre lo que conocía, y ella comenzó a hacerlo sobre su familia. Así fueron mis comienzos
como escritora a los 12 años, hablando sobre mi familia: "Mi familia y yo", "Papá y sus Animales" , "Mi Viaje a la Selva", "Mi
Barrio", "Mi Autorretrato", etc. Están inéditos y son la cosecha de mis
pininos.
Adquirimos libros de variados temas, a través de
intercambios con familiares, vecinos y
amigos. En ocasiones, yo cambié ropa por un libro, una blusa por dos libros, o un pantalón por una novela, cuando la situación en Cuba después del 1959 comenzó a empeorar política y económicamente
en todo sentido, y en ocasiones hubo que quemar o desaparecer libros en casa
por la opresión de los Comunistas.
A mi hermana y a mí, nos encantaba la escuela, y cosa curiosa, nos amenazaban con no enviarnos a la escuela, si en algo
no obedecíamos en casa. Yo era la que más rápido aprendía todo y me
esforzaba en ayudar a mi hermanita siempre para
que lograra el mismo éxito que yo. Con mi hermana aprendí a ser líder, pues siempre me seguía y se dejaba guiar por mí en los
estudios. Incluso ella aprendió a coser con las clases que yo le
enseñaba, luego de yo estudiar con una profesora de Corte y Costura. Papi
solo podía pagar por las clases de una.
Leíamos juntas, después de
hacer las tareas, de la enciclopedia de
varios tomos, que mi padre, con tanto
sacrifcio, nos regaló un Día de Reyes
(en Cuba se daban los regalos a los niños, en la Epifanía,
no en Navidad), cuando apenas teníamos unos 9 años;
y Papi
nos enseñó el reloj cuando nos regaló unos relojitos suizos, que aún conservamos como recuerdo
en un cofre (el de mi hermana con una correa roja y el mío con una verde).
Fui la alumna que todos
los maestros querían tener en su clase.
Aunque confieso, he aprendido mucho más fuera de escuelas y universidades, ya que soy autodidacta, y no ceso de ser la eterna alumna no solo por
leer libros sino con todo en la vida. Me
gusta investigar, razón por la que en mi trabajo en oficinas de la Escuela de Medicina, siempre
venían con preguntas para que yo les diera respuestas, y yo consultaba con las
bibliotecas y libros, así aprendíamos
todos.
Yo sacaba libros de la Biblioteca Pública aquí en Miami, y asistía en ventas de libros, y
hasta fui secretaria en comisiones
bibliotecarias y tomaba notas, y me acompañaban mis hijos desde pequeños, aún mi hija especial
Sandra en su coche y luego su silla de ruedas, y en ocasiones hasta con mis dos
sobrinos . Ayudé
también a la Sociedad Zoológica cuando traían
animales a los niños en la biblioteca o hacían lecturas infantiles.
Me encanta tener amigos
que sepan más que yo para aprender con ellos. Es por eso que no creo en la envidia, pues
amando y aprendiendo con otros, llego a
ser mejor persona en todo sentido. Para mí los libros han sido mis mejores amigos.
En Cuba vivíamos
modestamente, aunque no faltaba lo esencial , y en cajas de madera de cervezas vacías,
guardamos los libros debajo de la cama.
A veces cuando los sacaba, me
contrariaba al ver que algun guayabito
(ratoncitos pequeños) habían hecho de parte de
ellos su comida, no?
A mi padre le preocupaba que yo leyera tanto, le decía a mi madre, '
Xiomarita lee mucho, siempre está estudiando, hay que cuidarla, para que
no se le dañen los ojos', y entonces
a la edad de 8 años me enseñó a
comer Ostiones que el mismo
traía varias veces en la
semana, del Paradero de la Ruta de
ómnibus donde trabajaba, para 'alimentar
el cerebro.'
Ya de adulta me dió por contar
los libros que leía anualmente, comprados o prestados de las bibliotecas, desde Mayo, 1988 a
fines de 1999, llegué a hacer una lista
(tengo la copia del listado para si a alguien le interesa verla), de 1,000
(MIL) libros leídos.
Un promedio de 90 a 100 libros anuales.
Hice una tertulia en casa para celebrar los Mil Libros leídos, con periodistas, escritores y hasta mi editor
de aquella época, Juan Manuel Salvat
de la Universal.
Hoy día ya no
los anoto en listas, pues con la
internet tengo todo a mi disposición, y cualquier duda o cuestionamiento, voy a investigarlo, y sería imposible anotar la cantidad de libros que eso
significaría. Pero no descarto los libros impresos, y los que me obsequian, sobre todo
de amigos y colegas trato de leerlos
siempre.
Para mí los libros son magia, vivir y entrar a
través de ellos al mundo de otros,
conocer otras mentes ... algo único.
Y como lo mencionó mi amigo en su
muro, nada me dá más placer que estar
rodeada de libros, visitar una librería o biblioteca, y pensar cuánto
aún debo aprender y conocer, no alcanzaría toda la vida. Pero es maravilloso el mundo de la literatura,
como lo es todo lo que sea Arte y Cultura en general. No hay tiempo para aburrirse y siempre son
compañía.
Por eso a mis hijos desde que tenían seis
meses de nacidos, les compraba libros,
como lo hago en el presente con mis nietos.
Es uno de los mejores legados para ellos, después de darles confianza, amor y
apoyo. El que lee no tiene tiempo para chismes ni
malos pensamientos, y a cambio, crece en
conocimientos y comprensión. Agradezco
infinitamente a mi amigo por traer todos
estos recuerdos hoy a mi mente y a mi corazón.
Antes era un Ratón de Biblioteca o Librería, ahora soy un Ratón de
Computadora para Aprender, incluso Viajar, Soñar, Inspirarme, y Vivir lo que han escrito otros, y
estar mucho más llena de amor, de libertad y de paz.
Leer es Poder.
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