Tuesday, May 11, 2021

LA MUERTE DE UN HIJO: Una Madre entre la Tierra y el Cielo.

 

LA MUERTE DE UN HIJO: Una Madre entre la Tierra y el Cielo.

Xiomara J. Pages

Mayo 11, 2021


Durante estos días acercándose la fecha, y  durante y después de la Celebración del Día de las Madres....siendo esta fecha la primera después de la muerte de mi hija Sandra, me he sentido muy vulnerable.... Comparto mis sentimientos porque tal vez ayude con esto a muchas otras madres y padres que pasan por circunstancias parecidas, y a muchos otros que nos aman, y que quisieran apoyarnos y comprendernos. 



Perder a un ser querido, siempre será un dolor inmenso. Es uno de los peores dolores que puede sentir una madre, es ÚNICO....Nacemos y creemos que ese momento de la muerte nunca va a llegar, pero llega, y ese  ser humano pasa de esta vida terrena a la vida espiritual, y  los que tenemos fe,  sabemos que nos volveremos a  encontrar. Así creemos,  pero eso no quita  echarlos de menos, en esta vida terrenal.  La ausencia se siente, incluso la gatica Dolly se pasea por su cuarto y por la casa.

 

Por más que mi cabeza acepte y diga, que ya Sandra no sufre, pues nació con una rara enfermedad y estuvo postrada por más de 40 años, y por más paz interior que yo sienta por haber cumplido mi deber de madre hasta los confines de lo imposible y más, nada de eso borra el dolor que siento en estos momentos.

 

Hay momentos que solo deseo estar sola y llorar;  otros, busco a quien llamar o visitar, y hablar de mil cosas que no sean de Sandra;  y con otros, hablo de cada detalle de ella.    Todo eso es normal, es un proceso de duelo que toma tiempo.  Cada uno procesa el dolor de diferente manera,  por eso escuchamos a todos los que se acercan y nos aconsejan, pero al final solo nosotros mismos sabemos cómo nos sentimos.

 

Muchos se acercan con mucho amor y las mejores intenciones, pero dicen las cosas equivocadas, o no saben qué decir ni hacer,  o   nos ignoran, no nos llaman, no nos visitan, se alejan  porque ellos mismos no saben cómo manejarían una situación similar.   Y es que  NADIE sabe  cómo va a reaccionar cuando algo así sucede.

 

 

Los recuerdos son importantes y poderosos, y las memorias nos traen a veces risas, y en otras llanto, pero nos ayudan a sanar.   La muerte de un hijo sobre todo, cambia a la familia completa, pero es la madre, la que ha estado ahí  día y noche quien más sufre el cambio.

 


Hay días que despierto pensando en los últimos momentos de Sandrita:  la dificultad para respirar, jadeando a prisa y luego cada vez menos.....sus ojos ya vidriosos y cerrados, su cuerpo tan frío horas antes ....  Sus labios secos y luego mojados con un pedacito de hielo y  agua que le dimos,  y sus manos ya  sin movimiento  desmadejada  (cuando con el Síndrome de RETT movía constantemente sus manos, típico de ese mal, y ya con la traqueotomía desde Nov. 2017, había que amarrarle las manos a veces para que no se hiciera daño).   El abrir de sus ojos cuando escuchó la voz y los cantos de sus dos hermanos que mandé a buscar y estuvieron con ella esa noche previa al amanecer cuando falleció.   Y aunque debo pensar en ella, libre, sin ataduras, contenta, feliz, una madre no puede dejar de llorar.   Era mi bebé eterno, mi princesa, mi angelito, mi cruz llena de rosas, mi bendición más grande y mi dolor más intenso, pero la amé con toda mi alma y la sigo amando.  Su ausencia es como una herida que sangra cuando menos lo pienso, y sé bien que el tiempo y las oraciones, con Dios se irá  aliviando, pero nunca  cicatrizará completamente.  Todo eso es normal.

 

Por otra parte, tengo otros hijos y nietos, y todos ellos me dan alegrías, y ratos indescriptibles y me reúno con ellos .    

 

 

 

 

 


 Mi familia está ahí apoyándome siempre, los amigos, los buenos y queridos amigos no faltan, y las oraciones me traen mucha paz, pero comprendan, es la madre  la que está  24 horas, 7 días a la semana, renunciando a vacaciones muchas veces,   o hasta rehacer su vida íntima después de un divorcio, porque toda su vida es para ese hijo, sobre todo un hijo enfermo que depende de ella.     Algunos dicen, es un Sacrificio, y de hecho lo es,  pero mis sacrificios por Sandra, cada uno de ellos, lo hice con todo el   amor de que soy capaz, y nunca me fue  una carga, sino una bendición.   Sandra me enseñó  tanto, pulió mi espíritu como  un crisol.  Ella y Dios se encargaron de mi alma, y por ello, estoy agradecida a ellos y a la vida.

 




 

Sigo escribiendo libros, artículos, pongo publicaciones en Facebook, en mi Blog, y otros muros de las redes sociales.  Dibujo y pinto, escucho música, leo libros y aprendo, y comparto lo aprendido.  Hago programas de cultura y arte para radio y tele en las redes sociales y apoyo a muchos.    Trato de hacer ejercicios, y bajar de peso, me chequeo con mi doctora, pues soy diabética, y haber cuidado tanto tiempo a un enfermo como Sandra, conlleva un estrés y una adrenalina que es como ir en un tren a gran velocidad, pero cuando frena de sopetón, una se desploma.   Antes dormía menos,  pendiente de Sandrita y sus cuidados, aún con asistentes  y  enfermeras,  estaba encima de todo.    Ahora puedo dormir más y mejor, con menos estrés pero me tuve que acostumbrar.    Sigo recogiendo, organizando,  y sacando muebles y adornos, y vendo y  regalo de todo de casa para minimizar todo en mi vida.    Tal vez más adelante venda mi casa y me vaya a otro lugar, pero por ahora no puedo lidiar con mudanzas ni decisiones importantes.  Tengo que  darme tiempo de sanar.     

 

 

También apoyo a madres con hijas RETT como la mía en las redes sociales a través de grupos de apoyo RETT....  Siempre que alguien necesita un oído que lo escuche, o un hombro donde llorar, trato de estar ahí, y todos cuentan con mis propias oraciones.  Tal vez porque mucho he tenido que sufrir en la vida, en vez de amargarme, Dios me ha llenado de mucho más amor y sabiduría, de empatía,  para ser una  VELA ENCENDIDA, como  escribió  el Dr. Romagosa  al morir su hija Irene de cáncer con apenas 20 años, que pueda ayudar e iluminar a otros.

 


Y sí.    Mi Fe me salva, yo como humana no tengo fuerzas en muchas ocasiones,  pero Cristo vive en mí, y El me las da... Por eso les digo, que ir a Misa en mi Iglesia,  recibir la comunión: cuerpo y sangre de ese Cristo,  alabar y dar gloria a Dios;   orar por todos y con todos,  alcanzar a todos los que me necesiten,  conversar con el sacerdote párroco de mi Templo, o asistir a grupos que ayudan a  madres que han perdido a sus hijos, y trabajar lo que sea  para el Arte y la Cultura, todo eso ,  significa mi refugio y mi apoyo. 

 


Dios está en control, amigos.  Poco a poco, día a día, mi corazón irá sanando, pero los necesito a todos, y aquí estoy para los que necesiten de mí.

 


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