MIS ANÉCDOTAS CALLEJERAS:
© Xiomara J. Pages
Septiembre 5, 2023
Salí a las 7 de la mañana en el tráfico hacia la clínica, pues hoy tenía de nuevo unos análisis de sangre y orina, para recoger los resultados el viernes, que llevaré a la endocrinóloga en mi cita la próxima semana.. Ella es la que chequea mi situación con la Diabetes.
Cuando abrieron las puertas del local, me acerqué a la recepción para luego dirigirme hacia el laboratorio. Fue grato el saludo de todos allí, pues ya se hizo conocida la carta que escribí a Humana y los supervisores de Conviva, pues había pedido le dieran una copia a todos, sobre el trabajo y trato de los empleados de allí, luego de mi experiencia con la nueva chica flebotomista cuando me hizo análisis el 7 de Agosto. Ya yo había olvidado que escribí esa carta, ha pasado un mes, pero sus sonrientes caras y amabilidades, y un par de ellas recordándomelo, me hicieron ver lo que logra un gesto de bondad y reconocimiento.
Como estaba en ayunas, decidí darme un gusto, y me fui al McDonald que más frecuento. Allí, casi siempre me reúno con una pareja de ancianos, otra señora y un joven, acompañantes asiduos, que les gusta desayunar juntos. Es precisamente en Kendall Drive y la 131 Avenida. Ya llevamos años de conocernos. Manolo el señor mayor de la pareja, es mecánico de carros antiguos (Vintage) y casi siempre viene con su esposa en un carrito Ford de 1929.
Pedí lo único que como en McDonald, un Biscuit o English Muffin Sandwich y me senté en la mesa contigua a ellos. Nos saludamos afables, y nos pusimos al día de nuestra salud, y comentamos de la situación del país. Ellos todos son conservadores como yo. Luego me indicaron que en la mesa más alejada del salón, estaban reunidos varios inspectores y supervisores de la Corporación de McDonald, que hacen esta revisión anual. Tienen planes de pronto comenzar a remodelar el local, ya nos había comentado el Manager tiempo atrás. Y entonces me dije, no hay que perder esta oportunidad.
Me acerqué a la mesa de como 8 personas que por su uniforme son de la corporación de McDonald, junto a la supervisora de este local en particular. Me disculpé por la interrupción y en Inglés les manifesté mi opinión sobre el local. Les dije que aunque he ido a otros McDonald's, ese era mi preferido, no solo porque ahí me reúno con amigos que precisamente conocí ahí mismo hace años, sino porque el personal es muy educado y amable, y hasta nos conocemos los nombres: Yudi, Priscila, etc. etc. En ocasiones les damos opiniones sobre cómo lucen las cosas en el local y ellos todos aprecian nuestras sugerencias y comentarios. En resumen, que es un McDonald muy especial. Todos me dieron las gracias sorprendidos de que un cliente se acercara a decir esas cosas, y que por seguro, eso les ayudaría en la evaluación. Les comenté riendo que ninguno de los empleados me pidió hablarles, que lo hice espontáneamente ya que en esta sociedad se dan muchas quejas y descontentos, pero se olvidan de agradecer.
Al marcharme despidiéndome de mis amigos, me acerqué a la mesa de los supervisores y les entregué mi tarjeta de presentación. Sonrieron y me dijeron, que no en balde era autora y periodista, y por supuesto que no soy tímida. jaja.
Hoy en la clínica me recordaron las consecuencias de un gesto amable, y de nuevo Dios me dio la oportunidad de hacer otro. Mañana se me olvidará lo que hice hoy, pero bien sé que hacer el bien, tiene sus consecuencias, buenas para todos, no solo para cuando yo vuelva a desayunar en ese McDonald, sino para tantas otras personas que frecuentan el lugar y que yo ni siquiera conozco. Mi padre siempre decía que no somos islas, por lo tanto hay que saber vivir en sociedad y ver el bien común, no solo el nuestro.
Hacer el bien, en todo momento y lugar que se nos presente, es como tirar una piedrita en el río, y las ondas circulares del líquido que se desplaza llegan hasta la orilla desde donde la tiramos. Así pasa con la vida... Lo que damos, de alguna forma lo recibiremos nosotros, y la sociedad que nos rodea.
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