Hoy en mi corazon
siento tristeza al saber que cerrara MI EDITORIAL: la Universal, mi amigo y su
familia, MI FAMILIA la de Juan Manuel Salvat, "el gordo" como muchos le
conocen... Con ellos me di a conocer internacionalmente como escritora, con la
gran ayuda y apoyo del Sr. Salvat, y la amabilidad, el amor que me brindo
siempre cada miembro de su familia, salio mi primer libro "MI Cruz llena de
Rosas: Cartas a Sandra mi Hija Enferma" y luego le
siguieron otros varios tittulos... siempre con la confianza de ellos en mi, y
todo el apoyo... Eso no lo olvidare' nunca.. GRACIAS Juan Manuel SALVAT...y
GRACIAS FAMILIA SALVAT...TODOS...que apoyaron a esta humilde servidora en sus
pininos..... y en esa libreria, donde tantos libros adquiri y lei, y me hicieron
mas conocedora de este mundo de las letras, desde mi temprana llegada a este
Exilio en Miami... Les deseo Mil bendiciones.. y MI GRATITUD
ETERNA....
Xio
Cierra la icónica librería Universal de la Calle
Ocho
Por Daniel Shoer Roth
El Nuevo Herald/18 de abril de 2013
Uno de los últimos bastiones que ha dado voz, forma y
sentido a la cultura cubana y literatura hispanoamericana en Miami está a punto
de silenciarse.
La icónica librería Universal, y su brazo editorial, Ediciones
Universal –que ha publicado cerca de 1,600 títulos de autores cubanos exiliados–
cerrará sus puertas a finales de junio, víctima de las nuevas tecnologías que
han provocado que descienda la lectura de los libros impresos.
“Ha sido un orgullo muy grande para nosotros haber ayudado a
mantener la cultura cubana y latinoamericana a lo largo de casi medio siglo”,
reflexionó Juan Manuel Salvat, propietario de la Librería, Distribuidora y
Ediciones Universal en la Calle Ocho. “Toda la familia está muy triste y
afectada. Es realmente terrible buscar una salida para los libros del
almacén”.
Sin embargo, Salvat rehúsa retirarse del mundo literario. Sus
planes contemplan escribir ensayos sobre Cuba, así como un libro que condense
sus ricas y heroicas memorias.
Dicha edición comenzaría en 1959, en la Universidad de La Habana,
cuando participó en la lucha por evitar la entronización de los comunistas. De
allí pasó al clandestinaje y una vez que se exilió en Miami, dos años más tarde,
se mantuvo en las filas del movimiento dedicado al rescate de libertad en Cuba.
Pero al cerrarse todos los caminos, encontró en el libro un sendero a la tierra
del corazón.
“Cuando todo se nos cerró, busqué algo para trabajar a favor de
Cuba y en lo libros lo conseguí”, relató Salvat el miércoles en su primera
entrevista sobre el cierre de la empresa. “Era la única manera de mantener el
espíritu y los valores esenciales de la nacionalidad cubana”.
Desde entonces, lo que empezó como un pequeño negocio de venta de
libros distribuidos por correo, se transformó en una entidad protagonista del
mundo de la literatura hispana en Estados Unidos, y particularmente, un baluarte
del exilio cubano.
“No se puede escribir la historia cultural de este medio siglo sin
colocar en un lugar muy destacado a Juan Manuel Salvat y su editorial”, comentó
el periodista y pensador Carlos Alberto Montaner. “Entre sus autores hay
escritores tan valiosos como Lydia Cabrera y Reinaldo Arenas”.
Al igual que innumerables librerías independientes a lo largo de
Estados Unidos, e incluso cadenas nacionales, Universal ha sufrido un declive
sustancial en la comercialización de los libros. Sus ventas actuales han caído
en un 60 por ciento comparadas a las de hace siete años, informó
Salvat.
“Primero fue la crisis económica, porque redujo los presupuestos de
las bibliotecas”, agregó. “También la competencia de la internet y del libro
electrónico, que cada vez gana más adeptos, nos ha impactado”.
Conocido entre sus amigos simplemente como “el gordo”, Salvat ha
tenido que ponderar el cansancio de haber cumplido el mes pasado 73 años de
edad, y el hecho que no tiene herederos para tomar las riendas del negocio.
Ninguno de sus hijos o nietos ha seguido la profesión de librero, aunque han
trabajo, durante sus años universitarios, entre los anaqueles de la librería en
3090 SW 8 Street, rodeados de un universo de creatividad y palabras.
Aunque tradicionalmente se ha percibido al exilio cubano como una
fuente de empresarios exitosos que han transformado el rostro del sur de
Florida, también ha habido un caudal importante de intelectuales, académicos y
escritores de diversos géneros, que no han dejado de crear. Parte de ese vasto
mundo aparece recogido en el catálogo de Universal.
Uno de los autores es el dramaturgo, narrador y novelista Matías
Montes Huidobro, quien publicó en 1973 Personas: viva y máscara en el teatro cubano, con la editorial de Salvat, entre otros títulos.
“Muchos profesores universitarios como yo podíamos publicar a
través de otras vías, pero nuestra aproximación era desde el punto de vista del
exilio, lo cual restringía esas posibilidades”, recordó Montes Huidobro, de 81
años. “Ediciones Universal permitía un punto de vista independiente no
simpatizante con el castrismo”.
Agregó que con el cierre, los autores cubanos en el exilio se
quedan con menos posibilidades de dar vida a sus obras.
Apenas un puñado de pequeñas editoriales independientes y proyectos
personales continúan la labor de publicar, en ediciones limitadas, la obra de
los escritores cubanos del exilio. También quedan menos lugares donde exponerla.
En años recientes, desaparecieron la legendaria librería La Moderna Poesía –un
puntal de la distribución de libros en español, textos de referencia y mapas
sobre Cuba– , así como la librería Cervantes en la Calle Ocho, que vio hacerse
cenizas sus libros durante un voraz incendio en el 2006.
Salvat reconoce que el exilio cubano que solía venerar la
literatura de sus ediciones se ha transformado: “Las nuevas generaciones no leen
en español, sino solamente una pequeña minoría; y los que llegan ahora de Cuba,
vienen con la urgencia de levantarse y no están en el mundo de la
lectura”.
No obstante, para los lectores que aún disfrutan de la prosa de
Guillermo Cabrera Infante o los ensayos de Rafael Rojas, el hecho de que Salvat
apague la luz de la librería, taller de composición para las ediciones y salón
para presentaciones de libros y conferencias, deja una suerte de orfandad en la
cultura local.
Después de todo, “el gordo”, apuntó Montaner, “era uno de los
editores que leía todos los manuscritos que llegaban a su
escritorio”.
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