Thursday, September 12, 2019

EL CATECISMO COMIENZA EN EL HOGAR


EL CATECISMO  COMIENZA EN EL HOGAR
Xiomara J. Pages
Sept. 12, 2019





En tiempos antiguos,  no todo el mundo sabía leer y escribir.  Eso era un privilegio de las clases altas, de la monarquía, del dueño federal, del dueño de la industria y de los religiosos (hombres y mujeres).     Los campesinos,  pastores,  labriegos,  trabajadores, mujeres y niños no aprendían esas cosas.   Solo trabajaban para un jefe y se debían a las órdenes que decretaban esos  jefes. 



En algunos casos especiales, también las cortesanas, que eran como prostitutas de alto nivel,  pues acompañaban a reyes, marqueses y condes, u  ocupaban cargos de importancia en la  Corte,  y eran sus protegidas, y como tal debían saber leer y escribir, y conversar con cultura y conocimiento  (ej.  Verónica Franco,  en Venecia).   



Las mujeres en aquellas épocas, no tenían muchas opciones, que no fuera  casarse  con alguien que tuviera  títulos y riqueza,  ser religiosa o ser cortesana, para poder tener cierta cultura.  Las demás solo sabían trabajar arduamente en la casa, en el campo, y atender al  marido y  a los tantos  hijos que parían.



La Iglesia para catequizar  tenía que recurrir a imágenes, por eso  la Religión Católica  por toda Europa, tiene tantas  catedrales e iglesias, basílicas,  desde la antiguedad,  con infinidad de imágenes que muchos critican, pero que no comprenden porque no  leen historia.  



El fervor y la catequesis se lograban entonces  cuando las personas incultas eran movidas por una imagen piadosa, fuera un cuadro, una estatua, una imagen.   Las Iglesias de aquellos tiempos, están llenas de decoraciones barrocas, de estatuas, de muchas formas para llamar la atención y el fervor del creyente hacia  la  Omnipotencia de Dios,  la majestuosidad de la Virgen y  la devoción y sacrificio de los Santos.    


Las iglesias católicas más contemporáneas, no tienen tanto lujo  ni tanta decoración, aunque por supuesto,  no faltan las 14  estaciones importantes del Vía Crucis de Jesús antes de la Crucifixión , y  además, el Altar con una imagen de Jesús y el Santísimo expuesto (Hostia consagrada), y otras de algunos  santos, según la devoción de los fieles que asisten al templo.   



Hoy contamos con ese gran privilegio de poder leer y escribir, de  estudiar lo que queramos,  de llegar a estudios universitarios y a especialidades, oficios  y carreras.    Tenemos también  acceso a estudios bíblicos y podemos comprar una biblia y leerla, cuando antes solo los sacerdotes controlaban su lectura.   Hay clases de  catequesis, para aprender más de nuestra Fe.....hay movimientos y retiros  diferentes en las Iglesias para  ayudarnos como familia, en todas las etapas  de nuestras vidas,  sean para  novios antes del matrimonio;  de parejas ya casadas;   de padres;  de ancianos;  de jóvenes;  y de niños. 



Se visitan enfermos y se ora con ellos, se les leen  pasajes de la Biblia... también se visitan las cárceles, se les llevan Biblias y libros  a los prisioneros   para que lean,  se les imparten clases bíblicas... Tenemos un sacerdote, rabino o pastor,  dispuestos a guiarnos, darnos consejos,  ayudarnos en las tareas de la familia y en la Fe.    
¿Por qué desperdiciar estas ventajas que hoy tenemos, cuando podemos  enseñar así  a nuestros hijos lo importante que es conocer a Dios  ... y de Dios,   y pertenecer a una comunidad de creyentes con las que ellos pueden crecer y formarse?.


Sin embargo,  muchas familias envían a sus hijos a escuelas católicas, cristianas,  o de otras denominaciones, o simplemente a escuelas  privadas,  en  donde  les dan clases de  Catecismo, Escuela Dominical,  con el fin de  que sus hijos aprendan  sobre  el  Cristianismo,  la Fe o Religión que sus padres dicen profesar,  pero  luego en el hogar no se sigue nada de lo que ellos han aprendido  en esas escuelas, y el niño termina más confundido por la inconsistencia de sus progenitores, y aprenden en cambio a vivir una doble moral.      



¿ De  qué vale  enviarlos a estas escuelas, si en el hogar, no hay tiempo para compartir con los hijos, conversar con ellos,  hablarles del Dios en que decimos creer,  o   impartirles valores,  aún  cuando sea  en hogares  que no son  cristianos, o  que tienen padres ateos ?   El niño necesita formación y educación, tiempo para aprender y crecer, no solo ropa, zapatos y comida.



 Y  es que los niños van a aprender mucho más con lo que los padres vivan como ejemplo, más que todas las palabras del mundo.   Lo que aprenden en la escuela tiene que estar apoyado con lo que se habla y se vive en el hogar.    Hay que hablarles a nuestros hijos de nuestra Fe, de nuestros valores como familia, del  debido comportamiento  hacia  la sociedad.   Hablarles del  amor a Dios,  al prójimo, no solo darles cosas materiales que  son necesarias y  están bien en su justa medida,  pero  sin que les falten,  los  regalos espirituales, que son los que forman su  carácter, su personalidad, y su  alma.  


En mi Fe Católica, que es en la que me criaron mis padres (aunque no íbamos semanalmente a misa) , y en la que  luego  crié a mis hijos  (esta vez sí,  practicándola) ,  trataba de que en casa  aprendieran de Dios, oraba por las noches con ellos, conversaba de varios temas, leíamos historias de la Biblia Infantil que mi padre les regaló, y se compartían conversaciones muy buenas para ellos de la vida, de la historia, de la familia, y de ser cristiano.... antes de dormir y durante las sobremesas. Les dimos cultura y amor, y le presentamos y dimos testimonio  del  Dios que da  vida y que nos ama.


Hoy,  con los horarios de trabajo de padres y madres, no solo fuera  sino  también   en el hogar;    las tareas al llegar los niños de la escuela;   los aparatos digitales;   I-Pads;  Tablets;   Celulares (llamadas, textos, Facebook, Twitter, Instagram);  Computadoras;  Internet  o juegos de  Nintendo;   la televisión (donde no solo los niños sino los padres también  se vuelven adictos a la pantalla);  entre tantas cosas,   no queda tiempo para educar.  
No importa que vistan las mejores ropas y zapatos  de marca, que  coman los mejores manjares de un refrigerador repleto de comidas, o tengan miles de juguetes (que a la larga ni siquiera aprecian),  les falta lo más importante. 



Estos niños hoy día reciben tanta estimulación constante, que de no tener un solo momento entretenidos, se aburren, y comienzan a comportarse de tal forma que buscan la atención de los padres.   Lamentablemente el comportamiento es negativo, porque los padres tan ocupados y cansados, no se detienen mucho en alabar lo bien hecho, sino en pelear, gritar, castigarles cuando el comportamiento da problemas.



Los padres tienen que sacrificarse para educar a los hijos.  De nada vale todo lo que les compremos, o a donde los llevemos a vacacionar, si no hay tiempo para enseñarles valores, sentimientos, y en el caso de ser creyentes, del amor de Dios, y lo que El espera de todos nosotros.  Para eso, debemos ir juntos al templo, la iglesia o la sinagoga.     Igualmente, si  los padres no son creyentes, hay que enseñarles  valores para convivir en el mundo con los demás.   Hablar de los defectos del ser humano, y lo que pueden encontrar cuando vayan creciendo, y darles no solo raíces, sino alas para volar, medios  con los cuales   poder enfrentar luego  los obstáculos de la vida.     Más que un grito o una nalgada, hace más efecto, tomarnos un tiempo y conversar con ellos, explicarles y hacerles ver su error, y  por qué  les afecta a ellos a la larga,  no solo en molestarnos  a nosotros  los padres.    Y no  prestarles únicamente atención cuando hacen algo mal, o que nosotros no aprobamos,  sino  darles reconocimiento y alabanza cuando se lo merezcan también.



Estos hoy,  son sus hijos, pero mañana serán los futuros hombres y mujeres que harán la diferencia en el  mundo, los que construirán un  mundo mejor  para todos.    Que conozcan del amor de Dios, del amor por el  prójimo, y el amor propio   y  que  siempre se sientan orgullosos de los padres  que tuvieron,  y todo lo que aprendieron con ellos.   Yo vivo orgullosa de mis padres,  no me detengo a pensar en cuánto tuvimos materialmente (que fue escaso),  sino en todo el amor, educación  y valores  que mi padre y mi madre,  nos dieron con su ejemplo a mi hermana y a mí,  aún siendo pobres y  apenas haber llegado a  un sexto y quinto grado respectivamente.

Y recuerden, la CATEQUESIS comienza en el hogar.   


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