Monday, April 10, 2017

LOS ÁNGELES DE MI HOGAR



LOS  ÁNGELES  DE  MI  HOGAR

de Xiomara J. Pages


Abril 10, 2017



Así es el título del poema que mi padre nos dedicaba siempre a mi hermana y a mi. del libro "Punto Final" de Mariano Ramiro y Corrales, un español que vivió en Cuba. Dicen que escribió ese poema en particular por los 1800 y tantos, pero el libro fue publicado en Cuba en 1923. Solo recordaba dos de las estrofas de dicho poema, y no recordaba el resto de las estrofas, ni el titulo ni el autor.. 



Llevaba años buscando, y fue el otro día que puse algo en Facebook, con esas dos únicas estrofas, y lamentaba que yo muriera un día sin saber esto que mi padre tanto nos recitaba (Hasta pensé que fuera  de Juan de Dios Peza el poeta mejicano pues tiene un poco ese estilo), que  alguien respondió:  mi amiga la periodista y antigua directora del Diario de la Mujer, primer periódico hispano de todo  Estados Unidos dedicado a la mujer, Karmen Gonzalez  que se dió a la tarea de buscar e investigar, y me sorprendió con  la información...lo cual le agradecí emocionada entre  lágrimas.


Aquí  les paso a copiar el bello poema que mi querido padre nos dedicaba a nosotras, sus dos únicas hijas, que él adoraba...y el amor era recíproco...Mi padre hijo de una dama de alcurnia y maestra católica que lo dejó todo por casarse con mi abuelo, un campesino (un guajiro), y tuvo con él 8 hijos: mi padre fue el mayor. "Papi" trabajó en los menesteres el campo, hasta que fue un aprendiz de barbero a los 18 años de edad, y entonces se fue a la capital a trabajar en ómnibus (guaguero). Los comunistas de Cuba lo enviaron a trabajar al campo como castigo, hasta que salimos de Cuba, y entonces trabajó en una factoría o fábrica de aluminio hasta su retiro, Aunque se ayudaba también haciendo uso de sus habilidades de barbero en las tardes cuando regresaba del trabajo. Estoy segura que mi abuela, Doña Juana Navarro De La Portilla,  le transmitió a mi padre, sensibilidad y buenos modales, pues mi padre era todo un caballero de esos que ya están en extinción, y  su  humildad,  que heredó de  mi abuelo y que además  le concedió  honradez y sinceridad de hombre de campo que lo caracterizaba.  Una linda combinación de una de  las mejores cunas de la ciudad de Jaruco, en la provincia de la Habana.  Jaruco donde pasamos las vacaciones escolares cada año con mi abuela, tias y primos paternos  y en cuya iglesia  de San Juan Bautista, fabricada por el Conde de Jaruco, se casaron mis padres.



Hoy hago este homenaje a mi querido padre, al rescatar el poema que con tanto amor nos recitaba a menudo. He sido bendecida y privilegiada desde que nací no con cosas materiales sino con tesoros mucho más exquisitos a los ojos de Dios.
 
La foto al comienzo  de mi padre junto a mi hermana y a mí,  fue tomada precisamente para la portada de Junio, 1997 de  ese Diario de la Mujer, en un  Dia de los Padres...
Mi padre Luis A. Sanchez con sus dos hijas, Xiomara y Bertica, "Los ángeles de SU hogar"


Los Ángeles de Mi Hogar

del  libro, "Punto Final" de Mariano Ramiro y Corrales, 1923,
escritor español que vivió en Cuba  y colaboró en diversas publicaciones.
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Dos hijas me otorgó el cielo
como supremo favor:
es Amparo, la mayor,
es la más chica, Consuelo.


Y es de ver con qué delicia
mi alma de padre se engríe
cuando Consuelo sonríe,
cuando Amparo me acaricia.


Por ellas vivir anhelo,
en ellas mi dicha fundo....
¡Qué bien me encuentro en el mundo
con mi Amparo y mi Consuelo.!


Pero estos felices días
con rapidez desparecen,
que ellas crecen, ¡siempre crecen!
¡Mañana no serán mías!


Mis labios triste rogar
no hay hora que á Dios no ofrezcan:
¡que no crezcan, que no crezcan
los ángeles de mi hogar!


¡Siempre mías, que las dos
pedazos son de mí mismo!
Si esto se llama egoísmo,
que me lo perdone Dios!


Y ellas se irán, que la mano
del inmutable destino
les señalará un camino
opuesto al del pobre anciano.


Mi razón, humilde esclava
del dogma Naturaleza,
vé que para ellas empieza
la vida que en mí se acaba.


En medio de los prolijos
cuidados de esposa y madre,
no han de robar para el padre
una caricia á sus hijos.


Presa de triste desvelo,
digo una vez y otra vez:
¡qué será de mi vejez
sin Amparo y sin Consuelo!


Y mis labios su rogar
no hay hora que á Dios no ofrezcan:
¡que no crezcan .... que no crezcan
los ángeles de mi hogar!




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