Friday, March 4, 2016

Carta de Sandrita en Versos....poema de Zuleika Merced



 Carta de Sandrita en Versos
(a su mami Xiomara en su Partida)

Por: Zuleika Merced
poeta puertorriqueña
© Derechos de Autor 2001



Mi amiga Zuleika Merced es una poeta puertorriqueña, con la que he compartido muchas experiencias en su natal Puerto Rico, aqui en MIami, en Chile, etc. nos entrevistaron juntas para la Univ. de Viña del Mar...juntas visitamos la casa de Pablo Neruda alli...hemos sido amigas, hemos orado juntas, compartido poemas, peñas literarias, encuentros literarios, alegria y tristezas... Hoy pongo algo que ella escribió para mi hijita especial Sandra, que en sus casi 36 años, ha pasado altas y bajas..y aunque ha estado muy enfermita a veces, aún sobrevive y vive conmigo, con esta madre que la adora...Aqui el poema

"Una Carta de Sandra en versos a su Madre" de la poeta boricua: Zuleika Merced

La comparto con todos, en especial con aquellas madres que han perdido a sus hijos.... y por las cuales oro cada noche... Xio.


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Carta de Sandrita en Versos
(a su mami Xiomara en su Partida)


No llores madre de mi alma, cuando me ausente.
Estaré presente en el primer beso que me dieras,
sobre las constelaciones dormidas de tu mente
búscame en la luz de cada una de las estrellas.


Seré tal vez el viento sonoro que tus mejillas bese,
como fuiste tú, mi ángel de luz aquí en la tierra.
sabes que tendrás un ángel en el cielo, alegremente
en tus desvelos, aún tristemente también se desvelan.



Te cuidaré como
antes tú me ibas hilvanando la noche de sueños.
En mis labios sedientos la oración
cual agua fresca me cuidabas,
abrazándome de ilusiones y anhelos,
sabiendo que eran sólo tus sueños los que se alejan.


Soñaste con una princesita cubierta de albores
sin pensar jamás que nunca sería una cruz de rosas
conquistando sus espinas, fui luz en tus noches
aunque a nadie mamita, en quejido se lo digas
cuando querías,
fueran sólo mis labios silentes que te nombren
aún si lo hubiera intentado sabes bien que no podía.
Fui tu niña; porcelana fría y fina, mamá no me llores,
no es tu culpa,
tenía que venir en ángel, tampoco es culpa mía.
Allá desde el cielo, sabrás que valió la pena.
Hoy fuera yo, sólo ángel cubierto de espinas,
donde tu cruz de rosas; la mía, sin lamentos se adorne. 




Sabiendo que las espinas harían tu caminar lento.
Fui también,
en tu jardín secreto, la mejor deshojada de tus flores.
No me llores Mamita, mírame a los ojos en desvelo,
atrápame en el cristalino recuerdo de tu mirada,
así, déjame ser entonces el mejor de tus recuerdos, un ángel, que sin poder darte   un beso, tanto te besara.


Con las alas ilusorias doradas del pensamiento
te bendije noche a noche sin pronunciar palabra.
Déjame partir, ya no estará más mi cuerpo inerte preso.
Seré vuelo peregrino, estela de luz blanca y dorada.
Surcaré en libertades las inmensidades del universo,
las que tanto en sueños azules, tuyos, me regalaras.


Aún distante en mi mundo tan secreto, tan nuestro.
Si allá en el cielo te escogí antes de pensar nacer
y nuevos madrigales con tu alma a la mía la cuidaras,
quise,
ser lo sacrosanto, agua bendita derramada en tu ser
doblegándose,
el mío al irme, abrazada ausente de tus mañanas.
Cuando se vista de arco iris, festejando y de lluvia el cielo,
con el silbido del viento escucharás mi voz que te llama,
como cuando en silencio te bebías en llanto el rezo
de quererme,
tanto lo sé, como en miedo lastimero; me amabas.



No me iré del todo, llegó la hora de la partida, ya lo ves,
me quedaré en la primera flor fiel de la primavera.
Seré la lluvia clara; cayendo con bravura sobre tu pena;
una en la eternidad, fuimos tormentas calmando silencios,
diluyendo los sentires del alma en paz; agonizante inquieta
del oleaje bravío, distante de las profundidades de la mente,
donde a tu alma descenderé nuevamente; apacible y serena.


No me llores por piedad. Déjame volar al lado de mi Dios,
peregrinaje santo de amor, los gemidos quedándose atrás.
Volveré, y como el rocío, volviendo a rodar de pie, estaré,
sobre la ola, besándose siempre con su mar, casi sin querer.
Me verás danzando mis quince años y segura en sus brazos.
Déjame,
en libertades el alma y podré, corriendo hacia ti caminar,
como tantas veces; en sollozo amargo; lo habías soñado.
Pero llegó el momento madre mía, tarde de la despedida.
No llores, que volaré muy alto, cual lucero destellando vida,
reflejo abstracto, cuando peinabas mis rizos en alboroto rojo,
pintándome los labios, cual si fuera tu muñequita de cristal
donde tejiste a solas, ilusiones falsas en los albores del tiempo.


Como,
si quisieras despertarme en lloro la vanidad de mi santidad.
Si fuiste mis ojos, mi voz, mi soñar caminando; mis caminos.
Aunque me ausente, no permitas que mi legado jamás se muera.
Beberemos de alegrías la despedida, y volveré al principio,
donde,
la vida, allá realmente comienza, cuando aquí se termina!


No me llores madre.
Aún así, notaba cómo una lágrima caprichosa se escapaba.
Búscame donde se quedó por siempre en tus sentimientos
mi alma cautiva de luz; abrazándote siempre en la alborada.
Donde beso a beso; seré la luna altiva que tus noches vigila.
Donde al compás sonoro, cuando alguien te diga un "quiero",
en ese mismo momento,
en tus adentro, créeme, ¡volverás de nuevo a sentirme viva!




Por: Zuleika Merced
poeta puertorriqueña
© Derechos de Autor 2001



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