Carta
de Sandrita en Versos
(a
su mami Xiomara en su Partida)
Por: Zuleika Merced
poeta puertorriqueña
© Derechos de Autor 2001
Mi amiga Zuleika Merced es una poeta
puertorriqueña, con la que he compartido muchas experiencias en su natal Puerto
Rico, aqui en MIami, en Chile, etc. nos entrevistaron juntas para la Univ. de
Viña del Mar...juntas visitamos la casa de Pablo Neruda alli...hemos sido
amigas, hemos orado juntas, compartido poemas, peñas literarias, encuentros
literarios, alegria y tristezas... Hoy pongo algo que ella escribió para mi
hijita especial Sandra, que en sus casi 36 años, ha pasado altas y bajas..y
aunque ha estado muy enfermita a veces, aún sobrevive y vive conmigo, con esta
madre que la adora...Aqui el poema
"Una Carta de Sandra en versos
a su Madre" de la poeta boricua: Zuleika Merced
La comparto con todos, en especial
con aquellas madres que han perdido a sus hijos.... y por las cuales oro cada
noche... Xio.
============
Carta
de Sandrita en Versos
(a
su mami Xiomara en su Partida)
No llores madre de mi alma, cuando
me ausente.
Estaré presente en el primer beso
que me dieras,
sobre las constelaciones dormidas de
tu mente
búscame en la luz de cada una de las
estrellas.
Seré tal vez el viento sonoro que
tus mejillas bese,
como fuiste tú, mi ángel de luz aquí
en la tierra.
sabes que tendrás un ángel en el
cielo, alegremente
en tus desvelos, aún tristemente
también se desvelan.
Te cuidaré como
antes tú me ibas hilvanando la noche
de sueños.
En mis labios sedientos la oración
cual agua fresca me cuidabas,
abrazándome de ilusiones y anhelos,
sabiendo que eran sólo tus sueños
los que se alejan.
Soñaste con una princesita cubierta
de albores
sin pensar jamás que nunca sería una
cruz de rosas
conquistando sus espinas, fui luz en
tus noches
aunque a nadie mamita, en quejido se
lo digas
cuando querías,
fueran sólo mis labios silentes que
te nombren
aún si lo hubiera intentado sabes
bien que no podía.
Fui tu niña; porcelana fría y fina,
mamá no me llores,
no es tu culpa,
tenía que venir en ángel, tampoco es
culpa mía.
Allá desde el cielo, sabrás que
valió la pena.
Hoy fuera yo, sólo ángel cubierto de
espinas,
donde tu cruz de rosas; la mía, sin
lamentos se adorne.
Sabiendo que las espinas harían tu
caminar lento.
Fui también,
en tu jardín secreto, la mejor
deshojada de tus flores.
No me llores Mamita, mírame a los
ojos en desvelo,
atrápame en el cristalino recuerdo
de tu mirada,
así, déjame ser entonces el mejor de
tus recuerdos, un ángel, que sin poder darte un
beso, tanto te besara.
Con las alas ilusorias doradas del
pensamiento
te bendije noche a noche sin
pronunciar palabra.
Déjame partir, ya no estará más mi
cuerpo inerte preso.
Seré vuelo peregrino, estela de luz
blanca y dorada.
Surcaré en libertades las
inmensidades del universo,
las que tanto en sueños azules,
tuyos, me regalaras.
Aún distante en mi mundo tan
secreto, tan nuestro.
Si allá en el cielo te escogí antes
de pensar nacer
y nuevos madrigales con tu alma a la
mía la cuidaras,
quise,
ser lo sacrosanto, agua bendita
derramada en tu ser
doblegándose,
el mío al irme, abrazada ausente de
tus mañanas.
Cuando se vista de arco iris,
festejando y de lluvia el cielo,
con el silbido del viento escucharás
mi voz que te llama,
como cuando en silencio te bebías en
llanto el rezo
de quererme,
tanto lo sé, como en miedo
lastimero; me amabas.
No me iré del todo, llegó la hora de
la partida, ya lo ves,
me quedaré en la primera flor fiel
de la primavera.
Seré la lluvia clara; cayendo con
bravura sobre tu pena;
una en la eternidad, fuimos
tormentas calmando silencios,
diluyendo los sentires del alma en
paz; agonizante inquieta
del oleaje bravío, distante de las
profundidades de la mente,
donde a tu alma descenderé
nuevamente; apacible y serena.
No me llores por piedad. Déjame
volar al lado de mi Dios,
peregrinaje santo de amor, los
gemidos quedándose atrás.
Volveré, y como el rocío, volviendo
a rodar de pie, estaré,
sobre la ola, besándose siempre con
su mar, casi sin querer.
Me verás danzando mis quince años y
segura en sus brazos.
Déjame,
en libertades el alma y podré,
corriendo hacia ti caminar,
como tantas veces; en sollozo
amargo; lo habías soñado.
Pero llegó el momento madre mía,
tarde de la despedida.
No llores, que volaré muy alto, cual
lucero destellando vida,
reflejo abstracto, cuando peinabas
mis rizos en alboroto rojo,
pintándome los labios, cual si fuera
tu muñequita de cristal
donde tejiste a solas, ilusiones
falsas en los albores del tiempo.
Como,
si quisieras despertarme en lloro la
vanidad de mi santidad.
Si fuiste mis ojos, mi voz, mi soñar
caminando; mis caminos.
Aunque me ausente, no permitas que
mi legado jamás se muera.
Beberemos de alegrías la despedida,
y volveré al principio,
donde,
la vida, allá realmente comienza,
cuando aquí se termina!
No me llores madre.
Aún así, notaba cómo una lágrima
caprichosa se escapaba.
Búscame donde se quedó por siempre
en tus sentimientos
mi alma cautiva de luz; abrazándote
siempre en la alborada.
Donde beso a beso; seré la luna
altiva que tus noches vigila.
Donde al compás sonoro, cuando
alguien te diga un "quiero",
en ese mismo momento,
en tus adentro, créeme, ¡volverás de
nuevo a sentirme viva!
No comments:
Post a Comment