Crea hábitos para mejorar tu carácter
y ser mejor persona.
Xiomara J. Pages
Junio 28, 2017
A veces no nos damos cuenta de que los hábitos hacen lo que somos.
El día que pude internalizar eso en mi mente y en mi
corazón comencé a cambiar.
De niña fui muy
introvertida, soñadora, amante de las artes y la literatura pero muy
callada. Las causas, eran variadas, pero pude superarlas con el tiempo, sobre todo cuando salí de Cuba siendo una
adolescente hacia este país de Estados Unidos.
Rompí literalmente las cadenas
que me oprimían en una sociedad socialista
donde el Estado controla y posee a la
persona. Pero aprendí desde siempre a sentir
la libertad dentro de mí, esa que nadie puede apresar.
Me dí a la tarea de estudiar y de leer aún más todo lo que pudiera, y preguntar y conversar
con muchas personas de diferentes culturas e idiomas para ampliar mis conocimientos y
abrime más al mundo.
Un día me tropecé con un librito muy pintoresco en una
librería, creo que era algo así como, "Dare to be an Angel" No recuerdo en que año fue, tal vez 1982 ?
Como ven no recuerdo bien el título ni el autor, pero lo que encontré en él me gustó mucho y comencé a poner en práctica
lo que aconsejaban.
En aquella época no existía el
recurso de la internet como tal, pero yo
tenía desde 1977 mi tarjeta del sistema de bibliotecas públicas en Miami, y allí
acudía en busca de cuanto libro me aconsejaran. Una
vieja amiga desde 1982, que también es
otra polilla de bibliotecas, me comentó
de un libro que ella acababa de leer, "How
to Love Yourself " de Meggan Watterson y Lodro Rinzler. Y la
maravilla fueron otros libritos, más de uno,
de una autora de California, Lisa Verge
Higgins: "Random Acts of Kindness,"
"More Random Acts of Kindness (II)" y otros que le
siguieron de ella y de otros autores.
Poco a poco comencé a ver resultados, cambios en mi
vida, pero no por arte de magia, sino por la constancia de trabajar con mis
hábitos y en cómo veía y reaccionaba con los demás. Desde
ese entonces hasta la actualidad no he dejado de hacerlo.
La gran maestra ha sido mi hija especial Sandra. Ella nació con un desorden raro, neurológico
y degenerativo que la mantiene desde su nacimiento como un eterno bebé: profundo retraso mental y múltiples
incapacidades físicas. Su presencia ha
sido para mí, un constante recuerdo del amor de Dios. Me costó casi dos años aceptar la dura
realidad, pero ya en 37 años ella ha sido mi mejor guía. Sí,
porque ella tan solo con mirarme y sonreírme, me comunica volúmenes de libros
que no podré encontrar jamás en ninguna biblioteca o librería. Y es que los seres humanos no importa
qué idioma o de qué país seamos, comprendemos un abrazo, una
mirada, un gesto, una sonrisa. Y lo que todo esto nos comunica y sentimos
dentro, es lo que nos hace ser mejores personas, si no perdemos la oportunidad
de una buena lección.
No he dejado de leer, de vivir, de experimentar, y
llevar a la práctica estos consejos que comparto. En ocasiones no me ha sido fácil, porque hay
personas que son verdaderamente difíciles,
pero ahí está el reto en llevar a cabo
nuestro propósito a pesar de ello. Lo
primero es no tomarnos nada personal (uno de los consejos del libro de Miguel Ruiz
"Los Cuatro Acuerdos")
y otro es no reaccionar siempre con violencia sin conocer los hechos.
Cada persona es un mundo, y ha vivido diferentes experiencias, por lo
tanto, cuando dice o hace
algo, desconocemos el por
qué lo dice o hace. Muchas veces no tiene
nada que ver
con nosotros, sino que es un problema que esa persona lleva y
no ha sabido resolverlo.
En ocasiones, me he sorprendido positivamente
con mis reacciones con los demás
y me doy cuenta que mi constante trabajar conmigo misma me ha dado buenos
resultados. Esto no quiere decir que
seamos sumisos y que soportemos cualquier malacrianza de los otros, es solo que
aprendemos a decir que NO, a ser asertivos y enseñar a que otros nos respeten
porque nos respetamos a nosotros mismos,
y en hacerlo, aprendemos también a
aceptar a otros como son y a respetarlos.
En otros momentos fallamos, nos quedamos cortos. Es natural, somos seres humanos y por ende no
perfecto, pero no podemos desilusionarnos y dejar de luchar por ser mejores
cada día.
A veces nos justificamos diciendo, "...pero es que yo soy así" o
"Yo naci y me crié en un
barrio pobre" o
"De niña me pasó algo terrible y ahora no puedo cambiar." etc. etc.
Pero lo que nos pasó de niños, si queremos no tiene por qué arruinarnos
la vida de adultos. La realidad es que
somos responsables de nuestras vidas, y no de culpar a nuestros padres ni nuestra
niñez todo el tiempo. Envejecer es una obligación que no podemos escapar,
madurar es una elección nuestra.
En mi vida lo compruebo cuando estoy
atenta lo que voy cambiando y responsabilizándome de mis actos. El otro día estaba en el mercado mirando en
unos estantes qué comprar para la
comida. En eso sentí el cuerpo de una
mujer gruesa que fuertemente se avalanzó sobre mí. La primera reacción de todo ser humano, es
quejarse, gritar, empujar a la intrusa que nos ha tirado contra
el estante. Sin embargo, yo me viré rápidamente para auxiliar a la dama y sujetarla por un brazo, pues pensaba que sin querer había tropezado,
perdió el equilibrio y se fue contra mí.
Pero cuando me volteé era una de las nanas que viene a bañar a mi hija enferma todas las
mañanas que sonreía, pues ese
fue su modo de sorprenderme como en broma.
En otra ocasión,
años atrás, me robaron mi auto a
punta de pistola, apenas seis meses que lo había comprado . Me tiraron al piso me apuntaron la cabeza con un revólver, me pidieron las llaves del
coche, y cuando los ladrones se alejaban, a pesar de
los nervios comencé a orar, para dar
gracias a Dios por estar yo bien y por ellos,
para que Dios les hiciera reconocer que ese
no era un buen camino y podían terminar muy mal.
Esta mañana informé a una amiga que quiero muchísimo y
nos conocemos hace más de 40 años, que otra amiga mutua se había operado y que ya
estaba en la casa mejorando. Esa amiga mutua siempre se ha preocupado por
ella, la ha llamado, ha ido al funeral
de su padre recientemente, fue a verla
cuando ella se operó,
etc. Sé bien que ambas son buenas amigas y quise avisarle. Pues
se incomodó conmigo,
y me dijo que ella también tenía muchos problemas, me habló de sus padecimientos, y que en este momento no le interesaba saberlo pues ya
bastante tenía con lo suyo. Yo solo quería hacerle saber. Me
sorprendió su abrupta respuesta, pero solo le dije que sentía mucho que ella también estuviera enferma y con
complicaciones, y que en otro momento la llamaría para saber de ella y
conversar. Colgué el teléfono, y decidí
orar por ella, y darle un plazo de
tiempo, para llamarla en un par de días.
No me lo tomé personal, pues
imagino debe estar sufriendo y conmigo se sintió con confianza de expresar su
frustración. Lo más posible es que
luego se sienta mal por su respuesta tan brusca, o tal vez no lo mencione
cuando volvamos a hablar,
de la misma manera que tampoco yo se lo mencionaré.
Pongo estos ejemplos para que vean como uno va mejorando
y puliendo los defectos que tenemos,
pues estamos modificando nuestros hábitos y mejorando el carácter. Hay que saber comprender y perdonar, de la
misma forma que muchos nos comprenden y
en reiteradas ocasiones.
Con la ayuda de Dios,
sobretodo, yo sé que podemos todos mejorar, y no optar por la primera
reacción, sino pensar antes de hablar, y si reaccionamos bruscamente, pedir disculpas,
buscar el diálogo, La mayoría de las
veces asumimos lo que en realidad no existe.
Reconocer, rectificar, en vez de
humillarnos, nos hace mejores personas y
como digo, mejorando los hábitos,
mejoramos nuestro carácter.
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