Friday, November 18, 2011

Reflexión a Solas (de Xiomara J. Pagés)


Reflexión  a  Solas
(de  Xiomara J. Pagés)

Noviembre 16,  2002 ....   ( durante el período  de mi divorcio)

            Aquí  estoy sentada, en el piso más alto de un hotel de Miami.  Desde este sitio, diviso los  altos edificios del Centro de la ciudad, los autos que vienen y van,  las autopistas, y algunas áreas verdes que se entrelazan entre el asfalto, el humo y los ruidos .  El cielo está gris,  las nubes no parecen moverse.  Escucho la música de jazz  en  este lugar,  que me llega  suave e íntima, invita a bailar, pero yo estoy sola con mis pensamientos y emociones, en un rincón donde el humo de los cigarrillos no me alcance.

            ¿Qué  ha sido mi vida en estos últimos 50 años?  En eso pienso como si alguien mucho más grande que la vida esperara mis respuestas.  Mi vida ha sido una mezcla, como ha sido  la  de todos,  de  risas y  de llanto.  Risas de alegría y risas de impotencia y comedia.   ¡La vida puede ser tan irónica a veces!.  Llanto de tristeza  y pena, pero a veces, lágrimas de emoción y de amor, o de rabia y frustración.   

            Ahora sonrío, pues escucho las inconfundibles palabras de Frank Sinatra en "My Way" (A mi Manera) con los acordes musicales, lindo tema de Paul Anka.     ¿Acaso viví la vida "a mi manera" o  a  la manera que  otros  en mi mundo  o   las circumstancias, me la hicieron vivir?... ¿o tal vez, escogí o tuve que  vivirla así?

            ¿Qué  sucederá en mi vida cuando realice lo que me propuse hacer?   ¿Qué será posible?   Creo que cuando pueda hacer lo que me he propuesto, me sentiré con fuerzas, con poder y control sobre mi propia vida.  Será posible al fin, vivir con paz y libertad, y  llegar  a alcanzar aún más sueños y metas.

            ¿Qué  acuerdos rotos en el pasado han influenciado sobre mi vida?  ¿Qué decisiones tomaré como resultado de estos nuevos acuerdos rotos?  Rompí con acuerdos  hechos  antes de  los 18 años cuando salí de Cuba.   Quería lograr por fin,  ser feliz y amada, realizar cosas que  siempre quise hacer; por eso mismo, tomé  primeramente la pareja que creí me convenía;  le amaba, pero resultó una mala decisión.   Mas, yo no quería fracasar, y seguí en esta relación malsana, que cada día me aplastaba más.   Me convertí en su sombra, en su cómplice, para dar otra imagen al mundo.  Lo hice con la mejor de las intenciones, pensaba en mi familia, en mis hijos, en no defraudar, en no abandonar, en no claudicar.  Pero era yo  quien sacrificaba el todo de mi ser,  por todos los demás.

            ¿A qué me comprometeré de ahora en adelante, cuando  al fin todo  se quebró?    A pesar de todo, no se ha quebrado del todo  mi corazón ni mi espíritu.  Pensaré en   primero, de lo contrario, no seré  útil a nadie más.   Me comprometo a dejar este pasado atrás, y comenzar a fijar nuevas metas y sueños, alcanzar las alturas que una vez me propuse en esos 18 años. Prepararme aún más, estar atenta a lo que la vida me dá,  luchar por lograr lo que me propongo.  Tomar los riesgos y los retos, confiar más en mí  misma.

            Debo recordar  el amor del hogar donde nací, y a  todas esas personas que  a lo largo de mi vida, de un modo u otro, han estado ahí para mí, antes y ahora;  y olvidar y perdonar  a  las que se han alejado, las que se han marchado.  Dar gracias a las que me brindan amabilidad, ternura, y paciencia en estos momentos tan difíciles.  Esos que me ofrecen dedicación, sonrisas y un oído para  escuchar o un hombro para llorar.  

            Debo mejorar como ser humano, no sólo ir al gimnasio y caminar, comer adecuadamente,  sino en lo espiritual, en lo humano, pulirme y ser cada día mejor persona.  Tomar este tiempo para recubrirme de amor y de luz, y llenar el corazón de paz, de más sinceridad y de perdón.   Pedirle a Dios para   todos ellos que me apoyan, una lluvia de bendiciones y desde el "cofrecito" de mi corazón, un diluvio de rosas, de esas que perfuman y embellecen la vida, como lo hace mi "rosita" Sandra (mi hijita enferma),  la cual  presiento será mi única compañía en este camino por andar.

            Me propongo aquí, sola con Dios, llamarles por teléfono, escribir una carta o  un correo electrónico a esas personas  que han hecho una diferencia en mi vida.  Y tanto como  me sea posible, dar un abrazo, un beso,  y ofrecerles  mi apoyo   a los que ya están, los que permanecen  o encuentre en mi camino.

            Sólo así, tendré paz y  bien el resto de mis días. 

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