Sunday, January 10, 2016

Caridad, Aún Después de Navidad....de Xiomara J. Pages




Caridad, Aún Después de Navidad
Xiomara J. Pages
Enero  10, 2015


Ayer después de la fiestecita de cumpleaños de mi nieta, regresé a casa seguida por el carro de mi cuñado Freddy y mi hermana Bertica.   Ellos me habían prestado el dinero para la remodelación de mi baño y querían ver cómo había quedado.  Se quedaron encantados del buen trabajo de mi amigo, el artista,  literalmente (ya que es  escultor y pintor), Rodrigo Guillen, que hace maravillas en remodelaciones, pisos, y demás.


Conversamos un rato mientras puse la cafetera a colar un espresso.  Nos dió mucho gusto reunirnos con la familia  esa tarde y re-encontrarnos con otros primos que hacía mucho no veíamos.  
 


Antes de irse de mi casa, mi hermana Bertica pasó a ver a Sandra mi hijita especial, como siempre.  Y Freddy mi cuñado no tuvo más remedio que acercarse  ( a  él  le apena mucho ver a Sandrita postrada, se siente impotente), pues  Sandra lo buscaba con la mirada al escuchar su voz en el umbral de la puerta de su cuarto.


Contaba Freddy que tenía que irse a cobrar la renta de varios de sus inquilinos esa  tarde.    Ya el otro día, durante las Navidades, fue a cobrar la de algunos otros, y entre  ellos, un matrimonio con un niño pequeño en la Pequeña Habana.    Freddy observó  dentro del apartamento, que había un arbolito pequeño y humilde.  Le preguntó al chico, si   Santa  Claus le había traído  juguetes.  


 El  muchachito con  lágrimas  corriendo por las mejillas,  le dijo con su  voz infantil  que se había portado muy mal,  y por eso,  no le trajeron nada.  
 




 Cuando levantó la mirada vió el rostro de la madre que también lloraba...     "- No, Señor Freddy, no se podía, apenas alcanzó este mes, para pagar el alquiler y la comida.  No había para más."



Conociendo el corazón de mi cuñado, éste se emocionó ante aquella madre y su hijito.   Estoy segura que él recordó   su niñez y todos los trabajos y la escasez  de  aquella época.  Por esa razón,  luchó mucho en la vida para darle a sus hijos (mis sobrinos Gerry  y Elizabeth)  todo lo que necesitaban y labrarse un futuro para su vejez.


En cuanto salieron de aquella casa, mi cuñado y mi hermana  fueron  a varios lugares  buscando juguetes, ya casi no quedaba nada  de lo que él quería  para llevarle  a  aquel niño.     Ya pasó  la  Navidad,  ya estamos casi  a mediados del nuevo  año.    


Finalmente, entró    a   una tienda  K-Mart,  y comenzó  a buscar entre los juguetes tirados,  incompletos,  rotos, y  además,  rebajados a un  50%.    Al fin se topó con un juego de camiones  grandes  que él pensó serían del agrado del niño,   no importaba  lo que costaran.   Se decía que él no quería que un angelito  se  sintiera malo,  o  que se había portado mal, sufriendo una  baja auto-estima,  creyendo que no era  digno de un simple regalo del famoso viejo barrigón,  cuando  tantos niños tienen más de lo que necesitan.   


Conociendo  el  increíble ser humano que es mi cuñado,  pero aún mejor padre,  estoy segura que  pensó en sus hijos y  nietos, y todo lo que él les ha  dado, y con cuánto amor y generosidad  ha  ayudado  y ayuda  siempre a todos en su camino.   ¿Cómo no hacerlo por esta pobre criatura?

 Mi  hermana  encontró  una blusa para ella, y cuando fueron a pagar a  la cajera  los juguetes y  la ropa, resulta que tenían una tarjeta con puntos acumulados y no tuvieron que pagar nada  de  los más de 50 dólares que les costaría todo,  e  incluso les sobraba dinero para la próxima compra  en la tienda.   Dios dá siempre  al que dá  con generosidad.


Cuando compartieron la historia con sus dos hijos, mis sobrinos Elizabeth y Gerry,  éstos que han heredado los sentimientos de sus padres,  también les dieron  juguetes  para  que llevaran  al niñito.    Cuenta mi cuñado cómo a veces van juntos en el auto y su hijo Gerry se detiene a repartir cajas de pizza a varios vagabundos en las calles bajo la autopista, y tantas otras anécdotas de mi sobrina y sus hijos... Freddy y Bertica  viven  orgullosos  de sus hijos.

 

Así, anoche   cuando  mi hermana y mi cuñado  salieron de mi casa,  fueron  a  cobrar  el alquiler de otros inquilinos,  e  iban a llevar más juguetes  a  aquel pobre niño...  Estoy segura  que  llegaron  a un hogar  donde faltaba no  solo lo  material,  sino la alegría  de  una  verdadera  Navidad,  pues  le  devolvieron  a  un niño  la confianza,   la  ilusión y  la   auto estima,  aunque ya haya pasado la celebración.   Porque la Caridad se practica, aún después de Navidad.


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