Navidades de 2009, Feliz
2010
de Xiomara J. Pages
He
tratado de enviarles mi mensaje de Navidad y del
Nuevo año 2010, a tiempo, pero me lo han impedido varios factores:
algunas complicaciones de la enfermedad crónica de mi hija;
la pérdida irremediable de mi vieja computadora (la cual tuve que
reemplazar por una nueva, aunque mucho mejor, pero su compra no estaba
programada tan precipitadamente) y con ella, perdí casi todos mis
documentos; el tiempo escaso por las
muchas ocupaciones y contratiempos; pero al
fin aquí estoy "conversando" con ustedes, como cada temporada navideña desde
1984.
Siempre hay mucho que agradecer a Dios pero
también hay muchas quejas de cosas que no
resultaron como esperábamos. Y aunque soy muy
positiva y reconozco que estas fiestas son para resaltar lo
sublime y amoroso, a veces me salgo de patrones
impuestos para estas fechas, y quiero compartir algunas observaciones ,
considerando los hechos y las personas que me rodean.
Trato de hacer un recuento del año que termina,
y acuden a mi mente con tristeza imágenes de
personas queridas y todo lo que significaron para mí, que se han alejado o me
han precedido en unirse a Dios. Luego pienso en todo lo que debo
agradecer, aún por esas personas que se han alejado, sí,
porque a veces hay que agradecer que las
personas que no convenían o que no debieron estar a nuestro
lado por diferentes razones no siempre malas, o
aquéllas que creímos sinceras, se hayan
alejado; y agradecer por las
que continúan ahí fielmente, o las
nuevas que llegan y se acercan a mi vida trayendo alegría y
bondades, las que re-encontramos como me ha pasado con
amistades y familiares. Todo lo que he
aprendido con lo bueno y con lo malo, todo lo aprovechado, lo que
me hizo crecer , madurar y ser un poco mejor.
Lo que nos hizo llorar o reír, añorar, rectificar o
reflexionar.
¡Es increíble el poder de amor y de
adaptación que posee el ser humano!
Pero entre otras cosas,
quiero compartir con ustedes algo que aqueja
a la humanidad aunque muchos no lo expresen: la
indiferencia de la nueva generación, los conflictos de pareja, la
vanidad y las incongruencias de la sociedad.
Escucho a algunas
madres quejarse del abuso o indiferencia de
sus hijos. Mi madre cuidó de mi hermana y de mí, y
en algunas ocasiones nos quedamos al cuidado de mis abuelas, pero
esto nunca fue una obligación, era un acto de amor, y no se les
exigía, pero si recuerdo que se les agradecía. Una abuela puede
cuidar de sus nietos sin problemas, siempre y cuando los padres de
estos niños se dén cuenta, que ya ella crió a sus propios hijos, y
que si lo hace, es por ayudar a sus hijos o
hijas, y por el inmenso amor que siente hacia sus nietos.
Los abuelos son un caudal de conocimientos, amistad y mimos que nadie
puede sustituir, pero hay que conocer sus achaques, sus enfermedades, sus
limitaciones a la hora de exigirles algo que ya no va con su edad, u obligarles
a soportar malacrianzas. Por la misma razón, los
más jóvenes deben sentir una honda gratitud hacia ellos, pues en
ninguna parte, por muy bien que cuiden a sus hijos, lo harán como lo hacen sus
propios abuelos.
Los hijos de hoy, creen que las
madres o padres tienen la obligación de darles todo, y no es
así. Los padres a veces tienen parte de
la culpa porque los educan de ese
modo, pero cuando los hijos ya son jóvenes o
mayores, deberían darse cuenta por ellos mismos, que los padres no son
caballos de carga o de trabajo, para pagarles
todos los caprichos, y que en las más de las veces,
un viejo retirado, o una madre sola con limitaciones
financieras, no puede andar resolviendo los
problemas de los más jovenes, sean estos hijos o
nietos. Es sabido que la economía del país, nos ha
hecho perder las casas, los trabajos, y mucho más, pero no podemos
recaer y quitarles lo poco que tienen nuestros padres ya cansados
o retirados, aunque ellos lo ofrezcan con
desprendimiento. Ellos lucharon y trabajaron mucho para ganarse un
poco de paz en sus años de jubilados. Recuerdo perfectamente
cuando mis padres ayudaban económicamente a mis
abuelas viudas, no a la inversa.
Observo a niños y jóvenes, y me
apena ver como dejan de vivir apropiadametne su niñez o
juventud. En otros tiempos habían juegos al aire
libre que además de ser beneficioso por el ejercicio
para el cuerpo, con ellos se aprendía a jugar con
los amigos, lo que significaba camaradería y compañerismo,
compatiendo y aperndiendo a vivir sin envidias ni egoísmos.
Hoy los niños no miran a nadie a la cara pues están metidos dentro del
jueguito electrónico que siempre llevan con ellos, el celular con los muchos
aparaticos y botones, hablando o "texting", la tele, la
computadora o la internet. Son muchos los que
desarrollan incapacidades y limitaciones por
no tener contactos sociales. Es una pena que los padres no se dén
cuenta de que están criando a hijos-robots, pues
dándoles todos los gustos, tendrán que soportar
luego el abuso doméstico y la manipulación del
propio hijo, su frialdad e indiferencia.
Los jóvenes y adolescentes en la
actualidad, están tan acostumbrados a la violencia en los medios
de comunicación y la prensa, que pueden ver a otro amigo en la
calle agredido y no sienten ni la má remota
compasión o sensibilidad o se quedan de espectadores sin
reaccionar, sin saber qué
hacer. No hace mucho vimos en
escuelas y en patios de recreo, como apuñaleaban a
un compañero o le prendían fuego a
otro. Ellos además, ven la indiferencia en la
familia, la ausencia de quienes deberían guiarlos,
la falta de comunicación, y crecen fríos y
silentes.
Otro tema que me llama la atención es el de las
cirugías plásticas. Ya no sabemos si los que caminan por las
calles son seres reales o esculturas con un transplante de corazón
humano. Se cambian la nariz, la cara, el busto, las
caderas, las nalgas (aún como regalo a las
quinceañeras), y yo me horrorizo ante tanta irresponsabilidad.
Pues olvidan ofrecer una
sonrisa (que con la rigidez de los músculos estirados
apenas pueden sonreír y lo que dan es una payasada
de mueca). Olvidan la actitud, los
buenos modales, el buen corazón, cuando estos últimos no cuestan ni un centavo,
y adornarán mucho mejor nuestra imagen y apariencia, haciéndonos
más populares y ganándonos el amor de nuestros
semejantes. A veces un hombre no sabe si lo que
tiene entre sus brazos es una verdadera mujer, que siente con pasión, gime,
sueña y le ama, ó es una muñeca
fabricada de Botox, Colágeno y cicatrices
ocultas, mientras que las mujeres aborrecen a los
hombres que las hicieron sufrir, y luego irónicamente se
someten a una cuchilla que les cambie la cara
y el cuerpo para complacerlos. No lo
comprendo.
Las mujeres hablan
de derechos y de liberación femenina, pero luego se convierten en una
sustitución de aquel machismo que han combatido y condenado, y no
aprecian otras cualidades masculinas que sí
son buenas. Los hombres por otra parte, aún se
niegan a conocer el corazón femenino y las peculiaridades que caracterizan a una
mujer sensible y romántica. Y los hay que no saben
apreciar, traicionan y abandonan a las que les han
entregado la vida y la juventud. Y así continúan los conflictos,
a pesar de tantos artículos, libros y conferencias de sexo
y relaciones de pareja, tratando de decifrar si
somos de Marte o de Venus, de Saturno o
de otra Galaxia.
En la política discutimos y nos insultamos, sin
respetar la opinión individual. Algunos exponiendo ciertos
libertinajes o cambios drásticos en el país, sin
razonar las consecuencias. Otros, extremistas y
recalcitrantes, sin meditar y sin respetar el
derecho del otro a opinar diferente. No nos
damos cuenta que no es el partido al que pertenecemos, ni
quién es el líder, blanco, negro ó chino, sino el
que tenga entre sus intereses, el bienestar
del país y del pueblo. Y miramos
otros países fuera del nuestro, llevando un rumbo
equivocado, cuyo destino conocemos ya muy bien lamentablemente,
muchos de nosotros. Otros son guiados por el odio y
siguen consignas ciegas y suicidas de destrucción y terrorismo escudándose bajo
dogmas de religión, y así siguen las incomprensiones por
diferencias de cultura o credo, por la avaricia del
dinero y del poder, y continúan las
guerras.
La economía empeora, nos encontramos sin trabajo
o sin casas, pero no somos capaces de mostrar un ápice de
compasión al desamparado o homeless que nos pide unas cuantas monedas en
la esquina, pensando ilusoriamente que a nosotros no nos
tocará esa suerte. A veces las limitaciones
financieras nos enseñan mucho, pues estamos mal acostumbrados a las cosas
materiales, a la ostentación, y ni siquiera reparamos en la
necesidad del otro, no sólo la del mendigo y desamparado, sino que tratamos mal
o ignoramos la necesidad de un empleado
o la de un obrero que nos realiza un trabajo
específico. No acabamos de comprender que somos una
cadena, y que si pagamos tarde o regateamos el precio de un
trabajo, esa persona va a padecer por nuestra falta de empatía.
Por eso en vez de aprender la lección con la situación
actual, continuamos siendo miserables y
egoístas.
Y ni que hablar de la ingratitud y de la envidia
hacia el que tiene más, a aquél que nos hace un favor, nos ayuda,
o nos alimenta dándonos trabajo. Sentimos nostalgia de lo que ya no tenemos, sea
otra tierra, otra gente, otras circumstancias ; pero se nos olvida
agradecer por lo mucho de bueno que ya tenemos cerca y que a veces
damos por algo hecho. La falta de cuidado con la
tierra, con las plantas, con la naturaleza, sin
importarnos que contribuímos aún más a la
contaminación, al desperdicio, a la destrucción del planeta. La
matanza sin propósito y la indiferencia con los animales, muchos
de los cuales hemos traído a nuestra casa como
mascotas para ser partes de la familia, y luego con la mayor indolencia
y tranquilidad, les abandonamos a merced de los peligros,
sin la menor gratitud, y en casos extremos hasta los abusamos con
máxima crueldad como sucede en algunos países que hacen un
deporte, una diversión o un negocio, hasta la
vanidad de usar sus pieles, a costa de la matanza
despiadada de inocentes
animales.
Muchos pudiendo y teniendo los recursos, el dinero y el
poder para ello, no dan el merecido reconocimiento ni apoyo al
verdadero talento de tantos artistas, que con su creatividad alegran y
enriquecen nuestras vidas, sean éstos
escritores, pintores o escultores, actores, bailarines o
cantantes; y en cambio apoyan lo vulgar, lo bajo, lo farandulero
y escandaloso.
Recuerdo que mis padres me criaron sin conflicto
generacional o lo que llaman acá "Generation Gap."
Para mí es tan amiga mía, una chica de dieciocho, como lo
puede ser un anciano de ochenta, con cada peculiaridad de su edad.
Y considero una amistad íntima , tanto a una mujer como a
un hombre, sean como sean, mientras que en todos los
casos, exista el respeto mutuo.
Por eso, aunque la Navidad sea para exaltar el
Amor, también lo es para hacer resoluciones en el
año venidero. Y hoy, yo les
invito a que se enamoren de la Vida,
que traten de vivir el Amor todos los días, comenzando
por las personas más cercanas, los más
difíciles de querer, pues alguien les reconocerá ese
esfuerzo, y ese alguien se llama JESÚS, la razón de estas fiestas, y el inventor
del Amor.
¡Feliz Navidad y Venturoso Año 2010!!
Xiomara
J. Pages
freelance
writer/journalist/motivational speaker
internationally known
by her first book: "Mi Cruz Llena de Rosas, Cartas a Sandra mi hija
enferma" (My Cross full of Roses, letters to my sick daughter
Sandra);
solo
author of 4 books and many other contributions, including
Chicken Soup for the
Latino Soul ;
member of several
cultural and artistic organizations;
Lifetime Fan of
Betty Boop;
translations / proof
reading/aromatherapy/massages;
notary public; AVON
salesperson and beauty consultant;
paintings &
crafts.
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