Wednesday, January 8, 2014

¡Yo Soy la Tercera Ranita!! Xiomara J. Pages

Yo soy la Tercera Ranita

cortesía de Xiomara J. Pages Enero 8, 2014

  (En uno de mis libros publicados, menciono esta fábula que escuché por primera vez en un encuentro de familias, entre padres e hijos pequeños, de 'Impacto' en la Iglesia Católica, y no la he olvidado jamás, me ha servido en muchas situaciones de mi vida, el recordarla.)



Había una vez, Tres Ranas conversando en el bosque... La Tercera Ranita les pidió a las otras dos que hicieran silencio. Le pareció escuchar acercarse una serpiente cascabel. Les gritó, "Corran, que viene la serpiente a comernos"...pero las otras dos no le hicieron caso y continuaron conversando... La serpiente llegó y se comió de un bocado, a una de las ranas caprichosas.

La Tercera Ranita agarró a la Segunda por una pata, y ambas saltaron por sobre una gran cerca, con tal mala suerte que cayeron dentro de un cubo. Un campesino estaba ordeñando una vaca, y justo tenía a su lado, un cubo lleno de leche. Las pobres ranitas cayeron dentro, y sintieron que se hundían irremediablemente. Era difícil nadar y mantenerse a flote por mucho tiempo. Trataban de acercarse al borde del recipiente, pero chapoteaban en el mismo lugar, y se hundían hacia el fondo.

Una de ellas, la Segunda, dijo, — "No puedo más. Es imposible salir de aquí. Ya que voy a morir, no veo para qué prolongar este dolor. Qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril." Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, la Tercera Ranita, mucho más persistente, se dijo: --"¡No hay caso! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora." Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro. ¡Horas y horas!.

Y de pronto... de tanto patalear y agitar, agitar y patalear, la leche se transformó en mantequilla. La rana sorprendida dió un salto y patinando llegó hasta el borde del balde. Desde allí, sólo le quedaba ir croando alegremente de regreso a casa.

Amigos, ¡Yo Soy la Tercera Ranita!!

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