Friday, January 20, 2012

Carta a Mis Sobrinos....Enero 19, 2012 by Xiomara Pages



Carta a Mis Sobrinos 
de Xiomara J. Pagés,   Enero 19,  2012.

Mis  queridos sobrinos,

                Pienso en ustedes, sobrino y sobrina,  más a menudo de lo que admito.  Pero hoy,  que mi primer sobrino, cumple 38,  me doy cuenta que no puedo aplazar más esta carta... Dice un proverbio chino, que  "es más tarde de lo que pensamos"...

                Cada noche antes de irme a la cama, pongo en  manos,  del Dios que yo conozco, cada una de sus  vidas.   Pienso en mis tres  hijos;  mis nietos (mi nieta y los que puedan venir); mi única hermana y su esposo;  ustedes dos,  con sus respectivas familias, que son  a la vez lo más cercano a ellos;  y  continúo hacia los amigos más  íntimos  y familiares  que amo.  Todos pasan por mi mente como una película en cámara rápida (los que veo a menudo,  los que conversamos  más  seguidamente ó  de vez en cuando,  y los que están distantes en otros lugares,  o alejados por diferentes circumstancias y ocupaciones).   Oro mucho, sobre todo  por los enfermos, y por la Paz, pero más que por la paz del  mundo,  por aquella  paz en nuestro interior,  que es el único modo de alcanzar la paz mundial.

                Cuando naciste tú, mi  primer sobrino, me sentí  feliz.  Eras un pedacito de carne de la hermana que fue mi amiga, mi compañera de juegos, de cantos  y de estudios, con la que  compartí  el gran amor a nuestros  padres.  Me sonreías, y me sentía viva y feliz.   Eres el primero de la tercera generación, el primer hijo, el primer  nieto,  el primer sobrino, y para mí, un anticipo  de lo que  yo sentiría  al nacer mis propios hijos  (tus primos)... Sí, era un sentimiento muy rico, saberte nacido.   Cada logro al caminar, hablar, y jugar, era para todos, un trofeo.  Luego, la escuela, los amigos, las metas alcanzadas, la carrera los empleos, los negocios....En cada etapa, sobrino, aunque no lo sepas, está  siempre  la oración y la bendición de esta tía.   

                Más tarde, llegó  tu hermana.    Mi segunda sobrina, tú  fuiste la mujercita que yo siempre he deseado en mi corazón, una niña linda, cariñosa,  que lloraba chiquitica  entre mis brazos, con aquella melenita tan  copiosa y negra  en la cabeza.  Vine  expresamente desde el  extranjero donde vivía entonces, para bautizarte, pues además de tía,  soy tu madrina.  Tus  primeras gracias y logros me los perdí  al estar tan lejos, aunque por cartas y teléfono, tu  madre y  tu  abuela, me ponían al día... Pronto recuperé  lo perdido antes de que cumplieras  los dos años.  Ustedes dos, mis sobrinos, eran y siguen siendo mi alegría,  con cada pasito, cada diente, cada palabra,  cada caricia  y cada  beso,  cada pena o alegría,  cada  triunfo  ó  cada fracaso...   y luego,  con cada uno de sus hogares, sus matrimonios, cada  uno de  sus hijos,  es un eslabón  más  en esta cadena familiar que me llena de gozo. 

                Los años van pasando.  Mis padres ya no están, y por esas cuestiones de la existencia,  cuando se nos acerca  la vejez,  nos llenamos más de recuerdos y memorias, y pensamos lo felices que estarían, como me siento  yo hoy,  mirando  lo que miro.  Desde algún  lugar, sé que nos observan complacidos.
Nada hay más importante en el mundo, que el amor, ese pegamento que úne,  cura, y  alivia,  pero más importante  aún,  es el amor  en  familia,  pese a todos los defectos, las heridas, las discrepancias  ó inexactitudes.  No lo olviden nunca, y  luchen porque  permanezca en sus vidas.

                Un día, ya no estaré aquí,  pero siempre  recuerden todo el orgullo que sentí, de saberme tía de ustedes, hijos de mi única hermana y de mi cuñado, que ha sido como un verdadero hermano.   No corran  mucho,  no tengan tanta prisa.   No trabajen demasiado, aunque  tal vez  tengan menos cosas materiales,  pero  que nunca les falte el tiempo  compartido en familia,  que es el más enriquecedor de  nuestras vidas.  Los hijos raramente se acuerdan en detalles,  de qué casa, cuántos  adornos o  lujos, o qué  carro  tenía la familia, sin embargo, no  se olvidan  de lo que sintieron, lo que pensaron, lo que experimentaron cuando papá  ó  mamá,  ó  alguien de la familia  jugó, compartió con ellos... quién  los aceptó, les dió  su tiempo, los escuchó con atención y  sobre todo cuánto  los amaron.  Es así  como se crean  memorias  dignas de recordar.

                Yo he sido amada y mucho, a pesar de tantos golpes y heridas en mi transitar por este mundo.  Crecí en un hogar bendito, rodeada de cariño y aceptación.  No fue  un hogar  perfecto,  pero sí,  muy humano y cristiano.   Éramos  pobres y humildes, pero muy ricos  en el amor.   Es uno de los  tesoros más  grande que Dios me dió,  el mayor legado de mis padres,  entre esos  tantos  recuerdos y memorias.   Les dejo pue,  ese mismo  legado a ustedes  y a  sus lindas familias.

Los amo y bendigo,

Tía

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