Confesión a mi hijo
Juan Pablo
de Xiomara J. Pages
Octubre 23, 2016
Alrededor de 1979, cuando el Papa Juan Pablo II, visitaba las ciudades de México por primera
vez, ya
mi primer hijo Franky
había nacido. Le pusimos el nombre de su padre y de su
abuelo paterno, pues era una tradición familiar. Como me
gustaba el nombre de Javier, se le
nombró Francisco
Javier, nombre muy lindo que llevara el Patrón de las Misiones, San Francisco Javier.
Nuestra admiración en casa
por ese Papa polaco, el Papa
Viajero, iba en aumento y decidí al saber que estaba
embarazada por segunda vez , que si nacía varón, se llamaría Juan Pablo como el Papa. Pero perdí el embarazo casi con 4 meses de gestación. No obstante, manifesté que si tenía otro hijo
varón le llamaría Juan Pablo.
En 1980, de mi tercer embarazo, nació mi princesita Sandra, llamada así por la
actriz americana Sandra Dee, a quien admiré al
verla en el film, "Verano de
Amor" (Summerplace) en 1959 cuando
apenas tendría 10 años, y lo reafirmé más aún en mi adolescencia, al ser una fanática de Sandro, el cantante argentino.
Sandra había nacido
aparentemente normal, pero cerca de sus
10 meses notamos retraso en lo aprendido,
y dificultades motoras. Habíamos
decidido con su nacimiento, no tener más hijos. Más sin embargo, Dios tenía otros planes,
pues estaba de nuevo embarazada.
Ya para entonces se podía saber el sexo del bebé, y sabiendo que sería otro varoncito, me alegré de poder cumplir mi deseo de nombrar otro hijo, Juan Pablo.
Como muchos conocen ya, a
los 5 años, a Sandra le fue confirmado el diagnástico
del RETT Syndrome, desorden neurológico que afecta principalmente a
niñas con profundo retraso mental y múltiples incapacidades físicas. Era como tener un par de gemelos en casa,
por el retraso de Sandrita.
Juan Pablo ( JP,
como cariñosamente lo llamamos, porque
él mismo nos lo pidió cuando estaba en la escuela) crecía lindo, blanquito y rubio. Era el que más preguntas me hacía,
aunque su hermano mayor no se quedaba atrás.
JP me preguntaba sobre Dios desde que era un niñito de 3 ó 4
años, y cuando su hermano mayor Franky
tomó la Primera Comunión, él quería también comer "la pastillita blanca" (de eso escribí un artículo en el periódico
de la Arquidiócesis, La Voz Católica).
JP me preguntaba a esa edad temprana
sobre el origen de Dios y que cuando él
fuera al Cielo, le preguntaría
personalmente al Ser Supremo sobre sus orígenes y trabajos.
Soy una madre que puede
decir que disfruté mucho a mis hijos cuando eran pequeños, a pesar de la
enfermedad de Sandra y los tantos retos
que la vida me puso como madre joven. Conversamos mucho en las sobremesas, durante las tareas, y a la hora de
acostarnos, orando a Dios y compartiendo libros y conocimientos, y planeamos vacaciones, excursiones y eventos junto con ellos. Aprendíamos todos, padres e hijos
todos los días.
Juan Pablo creció
componiendo música desde que tenía 3 años, y tiene en su haber más de 400 canciones a modo de Rap, con letras filosóficas
y cristianas. Estuvo en programas escolares
para niños de alto coeficiente de inteligencia (Gifted) y con una
sensibilidad profunda por todo a su
alrededor. Muy observador siempre
cuestionándolo todo.
El hueco que dejó Sandra
con su enfermedad, mis dos hijos varones
lo llenaron con creces. Y Sandrita se
convirtió en el angelito de todos en casa, una guerera de luz que nos daba
siempre ánimos y fuerzas para todo.
Ya de adulto, y graduado
de la Universidad, mi hijo JP trabajó en
el Museo de Historia en el centro de la Ciudad, como guía y conferencista para
visitantes sobre todo chicos escolares
que venían con sus maestras. Esto le propició visitar escuelas fuera del Museo
y dar conferencias en las mismas. Con el
tiempo, regresó a tomar otras clases universitarias para ser profesor de
Ciencias Sociales e Historia, y prefirió
trabajar para una escuela católica con menos sueldo, antes que una pública donde
por ley no se le permite hablar de Dios. Allí no solo enseña historia, sino que es
además el profesor de Religión, y sus métodos de enseñanza son a veces fuera de
lo traidicional, pues en ocasiones enseña materia a travás de sus composiciones
musicales.
JP dirige grupos
juveniles, es el Coach de varios equipos en la escuela donde no solo les enseña
la victoria sino el aprendizaje como seres humanos a través del deporte. Igualmente, les enseña
Catecismo a los chicos, les habla de Dios en una manera práctica y real, no solo con libros y
palabrerías, pero sobre todo con el
ejemplo.
Algunos familiares y
amigos, le llaman "fanático" por toda
esa dedicación a Dios, a su
Iglesia y Escuela, por mostrar constantemente
sobre todo a los jóvenes el
verdadero camino del cristiano. Sin
embargo, su hermano mayor lo admira y
respeta muchísimo, lo mismo que sus padres.
Mi hijo JP tiene un
conocimiento de las Escrituras de la Iglesia
muy amplio, y yo diría a la par de un cura, pues como yo, es muy
autodidacta y no cesa de buscar y de investigar, pero sobre todo es muy
inteligente y observador. Ninguno de mis
hijos es materialista ni egoísta. Ambos han escogido carreras de servicio a los
demás y como madre me siento muy orgullosa de ellos.
En la noche de hoy cuando fui
al Cine a ver el film, "I'm not
Ashamed" sobre la chica de 17 años que muere asesinada en la masacre
de la escuela Colombine, y en su caso,
precisamente por no negar a su Dios, pensé en mi hijo Juan Pablo, y me sentí muy orgullosa de él. Pensé en las veces que sin conocer la
enfermedad de mi hijia Sandra, me negué a
hacerme el aborto que todos los médicos me aconsejaban. Admiro el
comportamiento de JP, su incuestionable servicio a los demás, su constante fe, su perseverancia en aprender y mejorar, su árduo trabajar, sin importarle, lo
mismo que a Rachel Joy Scott la chica de la película, las críticas ó las burlas, porque
al final, él
sabe muy bien, cuál es
la misión que Dios le ha encomendado.