Saturday, May 18, 2019

MADRE, la bendición más grande que existe, pero también el amor más sacrificado, sin perder la alegría.



MADRE, la bendición más grande que existe, pero  también el amor más sacrificado, sin perder la alegría.



por Xiomara J. Pages
Sábado,  Mayo 18,  2019
Conferencia para 
la Mesa Redonda Panamericana de Mujeres en Miami
@  Salón de Recepciones del Women's  Park en Miami. 



Buenos Días a todos!!.    
Gracias a la presentación que me hicieron, y gracias a mi amiga Criseyda Rios que me invitó a darles esta conferencia.

Como ya han escuchado soy  madre de  tres  hijos:   Franky, Sandra y Juan Pablo, y tengo tres nietos:  Bianca, Franco y Alexandra de mi hijo Franky y mi nuera Carmen; y ya pronto se me casa el menor Juan Pablo con Jackie.     Estuve casada por 29 años y ahora divorciada desde 2002, pero no siento ningún odio contra los hombres,  a pesar de toda la   propaganda feminista.    Creo que si antes la mujer sufrió discriminaciones y abusos, hoy en día, el péndulo se ha ido al otro extremo, y las mujeres se han convertido en el nuevo "Machismo Femenino."   Incluso ya no quieren a sus hijos y abogan por  el aborto,  es mejor ser sinceras y decir  'no sirvo para ser madre,'  y no tenerlos, pero no matarlos o rechazarlos una vez nacidos.


Invitada hoy a ser la  conferencista en esta  Reunión de la  Mesa Redonda Panamericana de Mujeres,  quiero hablarles precisamente de lo que es ser una Mujer y MADRE,  ya que este es  el mes de la Virgen María, y de las Madres.   Me siento muy honrada por esta invitación,  pues ya en ocasiones anteriores les he presentado diferentes temas, incluyendo  previas ocasiones en el Mes de la Mujer en Marzo.  En la conferencia de hoy quiero compartirles mis experiencias en el campo de la maternidad.


Como mujer, siempre me he sentido orgullosa de serlo y  escogería  100 veces serlo, a pesar de todos los límites y discriminaciones que hayan existido o puedan existir, porque Dios nos regaló esa gran bendición de ser madres.  Y solo he sentido a un hombre dentro de este cuerpo de mujer,  las dos veces que he engendrado a mis dos hijos varones.   
Ser  MADRE, la bendición más grande que existe, pero  también el amor más sacrificado, sin que perdamos la alegría.



Me ha gustado siempre conocer,  leer y aprender de todos,  prepararme en cada etapa de mi vida,  luchar por ser un poco mejor cada día,  y aún con los fallos,  seguir tratando y no defraudarme por las caídas, sino aumentar en experiencias y perseverancia.   Caminar hacia adelante con mi prójimo  y hacia arriba , hacia  Dios siempre.   


Como madre,  quiero hablarles  a  todas esas  mujeres amigas, las aquí presentes,  y de la familia, a todas las que  me escuchan o leen,  y que ya son abuelas como yo,  y también a  otras madres jóvenes,  para compartirles  mis experiencias con mis hijos de pequeños y ahora de adultos.    Porque ser madre  es lo más lindo que existe, pero también es el amor  más sacrificado sin que  nos  convirtamos  en víctimas  o dejemos  de sonreír,  ya que el amor de una madre, debe ser  lo más parecido al amor de Dios.

 
Claro, me dirán todas ustedes, nosotras  no somos Dios,  somos humanas,  y  a veces  nos duelen  las palabras, las ingratitudes, malas acciones  e incluso abuso de nuestros hijos,  cuando no son amorosos, cuando no nos tienen en cuenta en sus vidas.   Y sí,  tienen toda la razón.   No hay nada que más duela que la ingratitud de un  hijo, pero por eso mismo, tenemos que recordar siempre que somos  MADRES,  que los trajimos al mundo porque escogimos la vida para ellos, y  nosotras debemos tratar de ser cada día mejores, y no convertirnos en una madre tóxica.


Sé bien que no todos hemos nacido en un hogar lleno de amor y oportunidades de crecer,  que existen hogares y madres, que no les importa ser mejores o hacer lo mejor por sus hijos,  por eso es que hablo específicamente a aquellas  familias que valoran  ese  don  de la maternidad  y la bendición de pertenecer y crear un hogar lleno de amor. 

A  un hijo se le ama, pero también se le educa, y eso conlleva  sacrificios, validar sus sentimientos, su personalidad, sus cualidades.   Nacieron de nosotros, pero son  seres únicos  que nos ha prestado Dios con una gran responsabilidad. 

Una madre es la primera persona con la que se relaciona un hijo al nacer, y es ella quien le presenta al padre,  para  juntos convertirse en una familia.   Luego si vienen otros hijos, hay que ser muy cuidadosas de que ninguno se sienta relegado en el campo de la aceptación y del amor.    Hay que convertirse  en la mujer pulpo,  la de multitareas y  multifacética.




No podemos  hacer de nuestros hijos una copia de aquello que nosotras no pudimos llegar a ser.  Ellos vienen con sus propios talentos y sueños.   Debemos ver sus capacidades y habilidades y ayudarlos y guiarlos a encontrar su camino en la vida, pero con amor y paciencia.   A veces demandamos demasiado, y nunca estamos complacidas, y los hijos se frustran y terminan haciendo todo lo contrario de lo que  les pedimos, y en ocasiones hasta hacen lo peor, con tal de irnos a la contraria y vengarse de nuestro acoso.  Y si de chicos no lo hacen, guardan el resentimiento y crecen para desquitarse luego.


De nosotras, las madres, y los padres si nos acompañan, depende cómo ellos se desarrollarán en el futuro,  en su vida personal, sus relaciones con otros, sus logros académicos, sus carreras y trabajos, y luego cómo formarán un hogar con sus parejas e hijos, etc. etc.


La madre le da  validez a su hijo, lo mira, lo cuida, y aunque no lo creamos, el hijo se siente amado, aceptado.  Las que hacen lo contrario, no son en realidad buenas madres.  Una madre siempre marca a un hijo, tanto si lo acepta y ama,  como si lo  abandona y lo  entrega en adopción.. En este último ejemplo, cuando crecen, mucha veces tienen la curiosidad y  buscan quién fue la madre natural y el por qué los abandonó. 



Esto no quiere decir criar monstruos  tampoco, los hijos deben aprender y respetar  límites, pero sin humillarlos  o hacerlos sentir basura.   No podemos obligarlos a ser o hacer lo que nosotras queremos, solo educarlos y apoyarlos en sus metas y logros, aunque no sean las que quisiéramos.  Esto incluye lo que quieran estudiar, o la pareja que escojan para casarse.  Podemos dar  un consejo, pero si son adultos, hay que respetarlos.


Nuestros hijos aprenden mirando cómo somos y actuamos, mucho más que todas las palabras y sermones que tratemos de darles.  Así que mira bien lo que haces y cómo te comportas  porque así los estás educando.


Hay que hablar con los hijos, o mejor dicho, dialogar, jugar, dedicarles tiempo,  no solo darles gritos y órdenes, sino  conversar con ellos,  prestarles atención, no mirando  el teléfono  o  la televisión,  sino de veras escuchándoles a ellos.  Recordemos que un día crecerán y si no hemos cultivado esos lazos,  irán a buscar el consejo en el lugar menos indicado tal vez.   Escucharlos y conversar con ellos,  no es solo sobre  las  tareas de la escuela,   los planes para las vacaciones, o para criticarles y regañarles,  sino  conversar de  sus sentimientos, conocer lo que piensan y ayudarlos.   


Esto me recuerda  un juego que jugábamos en casa con mis hijos,  se llamaba,   MY FEELINGS   GAME  (juego de los sentimientos), y era como un juego de parchís y caías en lugares del tablero,  o  sacabas tarjetas,  donde tenías que  responder hablando de  tus sentimientos.   Esto les daba oportunidad  "por el juego" de abrirse y compartir esos sentimientos.



Así mismo, teníamos juegos para aprender las leyes del tráfico, y el de cómo gastar el  dinero en una casa, y aprender de  Geografía, Historia, y de otras culturas e idiomas, de música y reconocer los instrumentos musicales, de arte y pintura, etc.    Pues en aquella época yo  ordenaba por correos, todos esos  juegos por catálogo  llamados, ""ARISTOPLAYS'' 





La hora de dormir es muy importante, cuando el niño ya se desconecta, se separa  temporalmente  de sus padres, y a veces eso les da un poco de inseguridad y ansiedad según los psicólogos.    No es solo decirles, "vete a dormir"  sino dedicarles un poco de tiempo a conversar, abrazarlos, tocarlos,  orar juntos  a Dios, para eso debemos programar nuestro horario...y más aún después de compartir en  la sobremesa, al  haber comido juntos como familia,  al menos en esa  hora antes de abandonarles en el sueño, dejarles sentir la seguridad de su madre.  



En mi experiencia, compartí conversaciones y libros con mis hijos.   Historias pequeñas cada noche, pero con una enseñanza de moral y ética, ya fuera sobre historia,  cuentos de la familia, lecturas bíblicas infantiles,  y nos dábamos Abrazos de Oso.  


 Yo les decía que cada persona necesitaba al menos 8 abrazos al día,  así  ellos contaban los que habían recibido, y yo les daba los que faltaban en la cuota.  jajaja.    Y hoy doy abrazos así  a mis nietos, y hasta dos veces al año doy  ''Abrazos Gratis''  en las calles. 
 



En una caja poníamos papelitos donde se escribía,  "Lectura de la Biblia"  o   "Cuentos de la Familia",   "Otros libros", etc.  y uno de ellos sacaba el papelito ganador, y eso era lo que hacíamos esa noche.    Recuerdo a mi hijo mayor emocionarse al hablarle de George Washington, y decirme lo orgulloso que estaba de ser americano. 




 Otras veces,  cuando ya sabían leer, les asignaba un pequeño libro  de colecciones de animales u otros temas, para leer  cada uno,  y tenían que reportarme verbalmente al otro día lo que habían aprendido leyéndolo.  Esta idea la capté leyendo el libro  "Gifted Hands"  del Dr. Ben Carson famoso neurocirujano negro, quien fuera uno de los candidatos a la presidencia de los EEUU y quien es actualmente  el Secretario  de Housing and Urban Development en la administración del Presidente Trump, y así les criaba su  madre que era medio analfabeta, y  les pedía a sus hijos los reportes verbales de los libros leídos.  




Esto lo aplicaba también  Benjamín Franklin (del cual leí su interesante autobiografía).  En las reuniones con amigos en Philadelphia, les asignaba a cada uno, los JUNTOS así se llamaban, un tema, libro o documento, y en la siguiente reunión  cada uno manifestaba lo que había aprendido.  Es de ahí,  que utilizamos la palabra JUNTA....para reuniones.   Benjamín Franklin  opinaba que   en el tiempo que cada uno leía un libro o documento, al reunirse y dar todos su reporte, aprendían  todos a la vez, como si hubiesen  leído  todos los libros citados.  



Como ven apliqué todo lo aprendido con mis hijos.    Así  ellos  quedaban conformes  y sin ansiedad, en sus camas,  porque se sentían rodeados de amor.


Cuando veíamos  la televisión, escogíamos  los programas apropiados,  para verlos junto con  ellos, y luego compartir opiniones sobre lo que veíamos.   Esa es una buena manera de educarles también.


Recuerdo que cuando iban creciendo y  les recomendaban lecturas en la escuela,  yo sacaba el mismo libro de la biblioteca para leerlo por mi parte,  y luego poder compartir  opiniones con ellos en la sobremesa. 

 Lo  primero que compramos en casa cuando estuve embarazada por primera vez, fue la Enciclopedia Británica para buscar información y aprendíamos todos (cuando aquello no había internet, ni Tia Wikipedia ni Tio Google, ajajja)  .    


También compraba cada semana el TV Guide (Guía de  programas televisivos) para escoger los programas  más educativos  que  podíamos ver  con los niños.   Hoy es un poco más difícil, pues la mayoría de los programas no dan las mejores enseñanzas, pero siempre podemos controlar en casa lo que ven en la tele.    Lo que sucede es que a veces son los propios padres los que llegan cansados y no quieren molestarse en dedicarles tiempo, y es más rápido darles un Celular o un I-Pad  y callarlos, para que no nos molesten.


Y es que ser Madre, conlleva muchos sacrificios, y uno de ellos es balancear, equilibrar todas las tareas que hacemos para triunfar en la más importante.  Ahí  está lo esencial,  saber qué significa ser Madre,  y prepararnos para ello,   aunque  la experiencia la adquirimos en el día a día,  siendo  abiertas a aprender de todos y de todo,  especialmente, de nuestros propios hijos.


Dejemos a nuestros hijos tener la confianza de abrirnos su corazón, observando sus miradas,  su forma de pararse o caminar,  sus palabras y el tono en que las dicen,  sin adelantarnos  con un regaño o  un  grito.   A veces  un tono de voz pausado y calmado, o  incluso,  el silencio comunican  mucho más.

Quiero por eso en esto que escribo compartir  algunas otras  cosas que recuerdo que  hice con mis hijos cuando eran pequeños y que trato de hacer ahora con mis nietos, en el limitado tiempo que tenemos hoy en día.

 Cuando mis hijos eran pequeños siempre buscaba  lo que me ayudara en su crianza,  no solo en los grupos de la Iglesia  (' IMPACTOS'  para padres con hijos pequeños,  'ENCUENTROS FAMILIARES'  para padres e hijos  adolescentes, etc. ) que muchísimo  me ayudaron, pero además  con  libros e información  útil.    

Hoy día las madres  se ahogan en un DEDAL  de agua,  a pesar de la ayuda de abuelas, niñeras  y de la guardería  o Day Care,  incluso hoy muchos padres ayudan a la esposa, y cambian pañales y bañan y dan la comida a sus hijos.   Pero hay madres que  le dan más importancia a la llamada de una amiga,  a  un programa  o telenovela,  o  a  un texto que les llegue por el celular,  antes que pasar tiempo con sus hijos.     


Recuerdo que  trabajaba en la calle,   tenía tres hijos, una niña enferma entre ellos, que demandaba mucho de mí.   Andaba con los tres en la Biblioteca para que amaran los libros,  me hice secretaria de la rama bibliotecaria que estaba cerca de casa.  Los libros como lo fueron  en mi vida,  fueron para ellos, los primeros juguetes, y se los leía sentados en mi regazo,  meciéndolos en un sillón.   Siempre ignoré aquello de no mecerles en un sillón y cantarles como decían las abuelas,  yo sí  lo  hice y    no me fue un problema sino que  les dí seguridad y amor con ello, ya que los hijos crecen demasiado rápido.   Quería que recordaran el amor de Dios,  el amor de su madre junto al amor por los libros y el aprendizaje...pero vivía orando a mi Dios para que me diera fuerzas y discernimiento en la crianza de mis hijos, para poder con todo. La Gloria es pues,  de El.

Me comuniqué  en aquellos tiempos por teléfono y por cartas,  con dos psicólogas en  New York,  Adele Faber and Elaine Mazlish  que habían recién  escrito un famoso libro:  "How to Talk So Kids Will Listen & Listen so Kids  Will Talk"  (Cómo hablarles a los niños para que escuchen y escuchar para que ellos hablen),  porque a veces solo sermoneamos y utilizamos un  sin fin de palabras  que en ocasiones les humillamos y los desesperamos,  y   llega el momento en que los niños  no nos escuchan ya más.      

Estas autoras   aconsejaban  dibujos para  recordarles   las tareas, en vez de  repetir lo mismo constantemente,  y cuando le pidiéramos algo,  usar una sola palabra con determinación....
Por ejemplo,  en vez, de decirles,  "Muchacho tu no oyes, me canso de decirte que termines la tarea, que mañana no la tienes hecha, y que le dirás a la maestra, ya yo  estoy cansada...bla bla bla.'', .   Solo había que decir,   "LA TAREA !!!"......

Yo dibujaba cartelitos que ponía en el baño, con  una muela cariada, con cara triste y miedosa  porque le  venía encima el drill o torno  del dentista..  
Donde estaba el latón o bote de basura, dibujaba un latón con cara de llanto, diciendo.  "Sácame que me desbordo!!!"   para que ellos sacaran la basura.

Luego cuando hay hermanos,  también hay que saber ser madres  de todos los hijos,  no  de uno   solo.  Los favoritismos acaban con la paz y la armonía del hogar.   

Estas mismas autoras escribieron otro libro que también les compré,   "Siblings Without Rivalry" (Hermanos  Sin Rivalidades).   Que me ayudó mucho a que mis hijos varones  se quisieran y se ayudaran siempre.   Recordemos que las peleas son parte de crecer también y que los hermanos para amarse  tienen que pelearse de vez en cuando, pero los padres tienen la responsabilidad de hacerlos sentir a todos,  amados y aceptados.


Recuerdo  haber leído el libro, "Cheaper by the Dozen"  (Más Barato por Docena) de Frank Bunker Gilbreth, Jr. y Ernestine Gilbreth Carey publicado en 1948.   Es  un libro   semi-autobiográfico de estos dos hijos,  los mayores de 12 hermanos, que relatan la historia de su familia por los años 1920.  Su padre Frank  Gilbreth,  fue un ingeniero  americano, consultor,  y  autor estadounidense conocido como uno de los primeros defensores de la gestión científica y pionero en el estudio del tiempo y el movimiento, y es quizás mejor conocido como el padre y la figura central  del libro que escribieron sus hijos mayores.   Mucho de lo que hoy se aplica a las líneas de ensamblaje se lo debemos a él. 
 


La familia Gilbreth  me proporcionó   muchas ideas para criar a mis hijos,  desde cómo  enseñarles disciplina mezclada con amor, hasta cómo hacer las tareas comunes,  las diarias en el tiempo más breve,  como por ejemplo,  bañarse bien y de la forma más rápida,  aprender de todo, manejando los tiempos y movimientos,   leyendo letreros por la casa, y notas que yo les dejaba en el mostrador para cuando llegaran de la escuela,   incluso compramos una cortina para su baño con el Mapa Mundial.   (anécdota de mi cuñado...que dijo al ir al baño. "en esta casa hasta  cag......... se aprende.'')


A la hora de comer, poníamos  variados  doilles o pequeños manteles individuales,  uno tenía las  Constelaciones; otro, los Planetas;  El mapa de EEUU;  El mapa mundial, etc.  y todo eso daba pie para conversaciones, luego de orar antes de la comida.   
Siempre en la sobremesa les preguntaba si habían aprendido algo nuevo ese día, y tenían que sostenerlo con evidencias, que muchas veces ya mayorcitos, las buscaban en la propia Enciclopedia Británica.


íbamos  juntos  como familia  a la misa en la Iglesia, y tomábamos la comunión todos juntos.   Mi hijo menor le llamaba a la hostia, La Pastillita Blanca.   Conversábamos de Dios, y juntos mirábamos filmes y películas que yo rentaba o compraba, que hablaban de Jesús.   No éramos una familia perfecta, pero como Madre siempre me esforcé en darles y enseñarles lo mejor a ambos varones, a pesar de su hermanita enferma.    No quería que se sintieran relegados por una hermana enferma y aprendieron a amarla y cuidarla con mucho esmero. 




No era fácil andar con tres hijos, al principio con el mayor y con dos coches para  los más pequeños; luego con un coche y un sillón de ruedas para Sandra mi hija especial, pero siempre con Dios.
   

No  siempre estaremos de acuerdo con lo que dice o siente nuestro hijo, pero valida sus sentimientos, aunque no sean los tuyos, y  luego ayúdale con lo que siente.   Al principio mi hijo mayor no comprendía la enfermedad de su hermanita y se negaba a orar diciendo que Dios era Malo.    Me tomó psicología y la ayuda de mi sacerdote confesor para poco a poco convencerle de que su hermanita era un Angel que Dios nos había prestado.  Y cuando estuve embarazada de su hermano más pequeño  me tiraba avioncitos de papel en la cocina, diciendo  que quería que viniera  una hermanita NORMAL para jugar.  No fue fácil, pero siempre traté de ayudarles.

 Otra colección de libros que me ayudaron mucho con mis hijos fue la de  "Handling  Your Ups and Downs"    (Manejando Tus Altibajos) de Joy Berry.    Pero compré  muchos otros libros,   y rentaba o compraba videos que tenían enseñanzas buenas para ellos:  la importancia de Dios y de la familia, el amar y servir a los demás, el hacer el bien, etc.



Recuerdo que al llegar a casa de la escuela, ya yo en las mañanas les  había dejado  un papelito sobre el mostrador de la cocina indicándoles lo que tenían que hacer al   llegar.    Lavar, recoger, hacer la tarea, ayudar a la niñera cuando llegaba con su hermanita enferma.   Ellos hacían sus camas, y recogían sus cuartos.   Fueron muy buenos mis hijos, me ayudaron mucho con esa hermanita enferma.    

Pero en el papelito que yo  les dejaba escrito con la lista de los quehaceres, les ponía  dibujitos  y corazoncitos, caritas sonrientes, con mucho amor, y al final, una nota cultural... por ejemplo,   "El Pensador, escultura famosa hecha por el francés Rodin....etc"   y les dibujaba la escultura... y así  los culturizaba además.


En la biblioteca conseguía las listas de libros que les recomendarían en la   Secundaria y en  High School,  para familiarizarlos con ellos, y en ocasiones también conseguía los filmes basados en esos libros para que los vieran en casa, y así conocieran  ya de antemano las historias.

Teníamos noches de cine en familia, donde veíamos varias películas de un actor determinado, como por ejemplo, una semana viendo filmes de John Wayne, y así sucesivamente.


En casa se jugaban los juegos de mesa conocidos, y los que yo adquiría por catálogos para aprender mientras era un juego.


Hacíamos ejercicios de práctica  o Drills  para en caso de un fuego qué  teníamos que hacer.  Cómo rodar sobre el suelo, y luego dónde reunirnos una vez fuera de la casa.   En ocasiones, les  vendaba los ojos para que supieran apreciar lo que siente un ciego, y les hacía caminar despacio y contar los pasos y saber dónde estaban los muebles para no tropezar.   Otras, nos acostábamos en el suelo con las piernas sobre la cama, para que entendieran cómo viajan los astronautas en las naves espaciales.  


Les decía que cualquier cosa o palabrota que escucharan por ahí, siempre podían venir y preguntarme  lo que fuera.   Si yo no sabía la respuesta, la buscaría  y aprendíamos  todos, y luego les explicaba por qué un vocablo no se podía usar en público  porque era una falta de educación.     Siempre que pude no les mentí, y la sinceridad fue algo primordial en mi  hogar.  No les permití burlarse de nadie  ni humillar a los demás.   No les enseñé a vivir de superficialidades ni vanidades, ni a vestirse  pendientes de marcas de diseñadores.   Les hablé de Dios y les demostré lo que era ser cristiano no solo en palabras sino con acciones. Y sí,  mucho que conversamos,  pues para mí  nada era más importante que la educación de mis hijos.     Me ayudaron hasta en la cocina, y no crié  machistas, sino hombres cristianos  con valores.   Hasta libros  infantiles  de buenos modales y etiqueta les  compré.


Pasé varias semanas tomando cursos en la Arquidiócesis sobre Sexualidad Cristiana  (en la Iglesia de San Pedro & San Pablo,  en el Barry College,  en el SEPI, etc. )  para ser yo quien instruyera a mis hijos en tan delicado tema, y según sus edades.   Así  mismo impartí  esas clases  a mis grupos del MFC (Movimiento Familiar Cristiano, que era para matrimonios y donde ocupamos cargos de liderazgo).



En una ocasión, mi hijo mayor se desprendió de mi mano en una tienda, y salió corriendo.   Salí  tras él  con  indignación, pero enseguida me di  cuenta que fue a  ayudar a un anciano que  se dirigía a  la escalera eléctrica y se le había caído un  paquete.    Al regresar, vino asustado por mi regaño,  pero  le expliqué que debió  haberme dicho,  mas no obstante,  estaba orgullosa de que escuchara  a Dios primero, e hiciera  lo correcto como  cristiano.   En el mes de Mayo, cantábamos y le poníamos coronas de flores a  la  estatua de la Virgen María que  siempre teníamos en el jardín.




En la sala de casa, tenía una  vieja caja de zapatos,  con una ranura para meter papeles,   etiquetada, "Quejas y Sugerencias."    Primero,  me dictaban ellos sus quejas  u opiniones, y yo  escribía las notas y las ponía en la caja.   Luego al  ellos aprender a  escribir,  las ponían en la caja  por sí mismos.    Una vez a la semana, hacíamos  un  Family  Meeting  o Reunión Familiar para discutir los diferentes asuntos expresados en aquellas notas.  Y hasta ellos daban sugerencias de cómo debíamos disciplinarlos.




Me ocupé de sus citas médicas y dentales, de cada situación que requería atención.   Aún con todo lo que tenía, mi trabajo de oficina,  el hogar con  cuidado a un  esposo e hijos, la limpieza, cocinar,  responsabilidades variadas, cuidando de mi hija enferma, y más tarde por unos cuantos años,  vivieron mis suegros con nosotros, y mi suegro postrado con Parkinson, nunca falté a mi responsabilidad de Madre.





Pero Dios siempre me dió las fuerzas necesarias para balancear mi vida y  lidiar con todo,  y no dejar de escribir, publicar libros, dar conferencias, viajar en presentaciones de libros y conferencias, visitar universidades y escuelas de discapacitados, en EEUU y América latina principalmente.


Estudié Modelaje e hice pasarelas;  estudié canto, y danzas;  hice teatro como amateur, y canté  profesionalmente con mis profesores de canto. Estudié  idiomas....En fin, nunca puse excusas para mi propio desarrollo cultural y alcancé metas que tal vez me dieron más ilusión para hacer mi papel de MADRE.  Y  hoy en día, continuo haciendo Tertulias mensuales en pos del arte y la cultura, y promocionando eso  mismo en la ciudad.    Porque una madre frustrada  y triste no puede sino comunicar tristeza y negatividad a sus hijos.



Pero como todos,   SOY HUMANA. Y POR ENDE, NO SOY PERFECTA.....Claro que cometí también muchos errores, pero entre nosotros en casa,  ha existido siempre el perdón, y al final el amor siempre ha triunfado por sobre todos los errores y defectos que podamos tener.   Bien sabe Dios que nunca me he sentido humillada al pedirle perdón a mis hijos por cualquier error o falta que haya cometido con ellos.

 
Cuando  los hijos  ya llegan a adultos, las cosas cambian, sobre todo cuando ellos ya no viven en casa, ya han formado otro núcleo familiar y debemos tener mucha sabiduría y paciencia.     Los buenos hijos siempre recuerdan a la madre, la visitan y la llaman con gratitud,  a pesar de sus tantas obligaciones, pues ellas han sido las que les trajeron al mundo y  si han sido buenas,  deben reconocerlo;   pero si no lo hacen,  igual nos aman, y  somos siempre la MADRE y una madre siempre perdona y comprende, y jamás deja de amar.



Hay que respetar a la pareja que han escogido,  no  sembrar divisiones ni   cizañas;  controlar los celos,  que solo destruyen;  ganarnos el amor del yerno o la nuera,   y más aún cuando llegan los nietos, que  por mucho que los amemos,  no son nuestros hijos, y  hay que respetarles   a  ellos  cómo quieren  educarlos.



Ya aquellas largas conversaciones de la niñez  y  el diálogo y el compartir se hacen más escasos,  porque ahora tienen sus propias obligaciones y  responsabilidades.  Aunque siempre es nuestro deber como madres ofrecerles un consejo, una opinión, debe ser con  respeto,  respetar sus tiempos y decisiones.    Ellos  después de todo,  son los hijos que nosotros criamos y educamos.  Confiemos en sus decisiones, y oremos a Dios por ellos y sus proyectos. 


Ya no somos lo primero en sus vidas, aunque nos duela y nos sintamos en ocasiones olvidadas y solas,  nunca dejaremos de ser la MADRE...la que compartió su sangre con ellos, la que les cuidó hasta ser adultos, a pesar de todos los contratiempos,  y debemos sentirnos orgullosas de verlos hoy ser seres responsables y de tener sus vidas llenas de bendiciones y de formar una familia.   Y si han tomado un camino equivocado, sea el que sea,  con más razón debemos ser sus  MADRES.



NO  dejemos  de  ORAR  por ellos y  de BENDECIRLOS a cada instante.  Y estar ahí  prestas  si nos necesitan.    Ahora ya  mis hijos varones  son adultos, y aunque no siempre me respondan o actúen como  yo quisiera,  o  ellos  no esperen cómo  yo reacciono a esta edad,  seguimos amándonos y perdonándonos.    
El amor de una madre debe ser lo más parecido al amor de Dios, porque ...

Ser MADRE...es la bendición más grande que existe, pero  también el amor más sacrificado, sin ser una víctima,  sin que perdamos la alegría.




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