MADRE, la bendición
más grande que existe, pero también el
amor más sacrificado, sin perder la alegría.
Sábado, Mayo 18, 2019
Conferencia para
la Mesa Redonda Panamericana de
Mujeres en Miami
@ Salón de Recepciones del Women's Park en Miami.
Buenos Días a todos!!.
Gracias a la presentación que me hicieron, y gracias a mi amiga Criseyda Rios que me invitó a darles esta conferencia.
Gracias a la presentación que me hicieron, y gracias a mi amiga Criseyda Rios que me invitó a darles esta conferencia.
Como ya han escuchado soy madre de
tres hijos: Franky, Sandra y Juan Pablo, y tengo tres nietos:
Bianca, Franco y Alexandra de mi hijo Franky
y mi nuera Carmen; y ya pronto se me casa el menor Juan Pablo con Jackie. Estuve casada
por 29 años y ahora divorciada desde 2002, pero no siento ningún odio contra los
hombres, a pesar de toda la propaganda
feminista. Creo que
si antes la mujer sufrió discriminaciones y abusos, hoy en día, el péndulo se ha
ido al otro extremo, y las mujeres se han convertido en el nuevo "Machismo
Femenino." Incluso ya no quieren a sus hijos y abogan por
el aborto, es mejor ser sinceras y decir 'no sirvo para ser madre,' y no tenerlos, pero no matarlos o rechazarlos una
vez nacidos.
Invitada hoy a ser la conferencista en esta Reunión de la
Mesa Redonda Panamericana de Mujeres, quiero hablarles precisamente de lo que es ser
una Mujer y MADRE, ya que este es el mes de la Virgen María, y de las Madres. Me siento muy honrada por esta
invitación, pues ya en ocasiones
anteriores les he presentado diferentes temas, incluyendo previas ocasiones en el Mes de la Mujer en
Marzo. En la conferencia de hoy quiero
compartirles mis experiencias en el campo de la maternidad.
Como mujer, siempre me he sentido orgullosa de serlo y escogería 100 veces serlo, a pesar de todos los límites
y discriminaciones que hayan existido o puedan existir, porque Dios nos regaló
esa gran bendición de ser madres. Y solo
he sentido a un hombre dentro de este cuerpo de mujer, las dos veces que he engendrado a mis dos
hijos varones.
Ser MADRE, la bendición más grande que existe, pero también el amor más sacrificado, sin que perdamos
la alegría.
Me ha gustado siempre conocer, leer
y aprender de todos, prepararme en cada
etapa de mi vida, luchar por ser un poco
mejor cada día, y aún con los
fallos, seguir tratando y no defraudarme
por las caídas, sino aumentar en experiencias y perseverancia. Caminar hacia adelante con mi prójimo y hacia arriba , hacia Dios siempre.
Como madre, quiero hablarles a todas
esas mujeres amigas, las aquí presentes,
y de la familia, a todas las que me escuchan o leen, y que ya son abuelas como yo, y también a
otras madres jóvenes, para
compartirles mis experiencias con mis
hijos de pequeños y ahora de adultos. Porque ser madre es lo más lindo que existe, pero también es
el amor más sacrificado sin que nos
convirtamos en víctimas o dejemos de sonreír, ya que el amor de una madre, debe ser lo más parecido al amor de Dios.
Claro, me dirán todas ustedes, nosotras
no somos Dios, somos humanas, y a
veces nos duelen las palabras, las ingratitudes, malas acciones
e incluso abuso de nuestros hijos, cuando no son amorosos, cuando no nos tienen
en cuenta en sus vidas. Y sí, tienen
toda la razón. No hay nada que más duela que la ingratitud de
un hijo, pero por eso mismo, tenemos que
recordar siempre que somos MADRES, que los trajimos al mundo porque escogimos la
vida para ellos, y nosotras debemos tratar
de ser cada día mejores, y no convertirnos en una madre tóxica.
Sé bien que no todos hemos nacido en un hogar lleno de amor y
oportunidades de crecer, que existen
hogares y madres, que no les importa ser mejores o hacer lo mejor por sus hijos,
por eso es que hablo específicamente a aquellas
familias que valoran ese don de
la maternidad y la bendición de
pertenecer y crear un hogar lleno de amor.
A un hijo se le ama, pero también
se le educa, y eso conlleva sacrificios,
validar sus sentimientos, su personalidad, sus cualidades. Nacieron de nosotros, pero son seres únicos que nos ha prestado Dios con una gran
responsabilidad.
Una madre es la primera persona con la que se relaciona un hijo al
nacer, y es ella quien le presenta al padre,
para juntos convertirse en una
familia. Luego si vienen otros hijos, hay que ser muy
cuidadosas de que ninguno se sienta relegado en el campo de la aceptación y del
amor. Hay que convertirse en la mujer pulpo, la de multitareas y multifacética.
No podemos hacer de nuestros
hijos una copia de aquello que nosotras no pudimos llegar a ser. Ellos vienen con sus propios talentos y
sueños. Debemos ver sus capacidades y
habilidades y ayudarlos y guiarlos a encontrar su camino en la vida, pero con
amor y paciencia. A veces demandamos demasiado, y nunca estamos
complacidas, y los hijos se frustran y terminan haciendo todo lo contrario de lo
que les pedimos, y en ocasiones hasta hacen
lo peor, con tal de irnos a la contraria y vengarse de nuestro acoso. Y si de chicos no lo hacen, guardan el
resentimiento y crecen para desquitarse luego.
De nosotras, las madres, y los padres si nos acompañan, depende cómo
ellos se desarrollarán en el futuro, en
su vida personal, sus relaciones con otros, sus logros académicos, sus carreras
y trabajos, y luego cómo formarán un hogar con sus parejas e hijos, etc. etc.
La madre le da validez a su hijo,
lo mira, lo cuida, y aunque no lo creamos, el hijo se siente amado,
aceptado. Las que hacen lo contrario, no
son en realidad buenas madres. Una madre
siempre marca a un hijo, tanto si lo acepta y ama, como si lo abandona y lo entrega en adopción.. En este último ejemplo, cuando
crecen, mucha veces tienen la curiosidad y buscan quién fue la madre natural y el por qué
los abandonó.
Esto no quiere decir criar monstruos tampoco, los hijos deben aprender y
respetar límites, pero sin humillarlos o hacerlos sentir basura. No podemos obligarlos a ser o hacer lo que
nosotras queremos, solo educarlos y apoyarlos en sus metas y logros, aunque no
sean las que quisiéramos. Esto incluye
lo que quieran estudiar, o la pareja que escojan para casarse. Podemos dar
un consejo, pero si son adultos, hay que respetarlos.
Nuestros hijos aprenden mirando cómo somos y actuamos, mucho más que
todas las palabras y sermones que tratemos de darles. Así que mira bien lo que haces y cómo te comportas
porque así los estás educando.
Hay que hablar con los hijos, o mejor dicho, dialogar, jugar, dedicarles
tiempo, no solo darles gritos y órdenes,
sino conversar con ellos, prestarles atención, no mirando el teléfono o la
televisión, sino de veras escuchándoles
a ellos. Recordemos que un día crecerán
y si no hemos cultivado esos lazos, irán
a buscar el consejo en el lugar menos indicado tal vez. Escucharlos y conversar con ellos, no es solo sobre las tareas de la escuela, los planes
para las vacaciones, o para criticarles y regañarles, sino conversar de
sus sentimientos, conocer lo que piensan y ayudarlos.
Esto me recuerda un juego que jugábamos
en casa con mis hijos, se llamaba, MY FEELINGS
GAME (juego de los sentimientos),
y era como un juego de parchís y caías en lugares del tablero, o sacabas
tarjetas, donde tenías que responder hablando de tus sentimientos. Esto
les daba oportunidad "por el
juego" de abrirse y compartir esos sentimientos.
Así mismo, teníamos juegos para aprender las leyes del tráfico, y el de
cómo gastar el dinero en una casa, y
aprender de Geografía, Historia, y de
otras culturas e idiomas, de música y reconocer los instrumentos musicales, de
arte y pintura, etc. Pues en aquella época yo ordenaba por correos, todos esos juegos por catálogo llamados, ""ARISTOPLAYS''
La hora de dormir es muy importante, cuando el niño ya se desconecta, se
separa temporalmente de sus padres, y a veces eso les da un poco de
inseguridad y ansiedad según los psicólogos.
No es solo decirles, "vete a
dormir" sino dedicarles un poco de
tiempo a conversar, abrazarlos, tocarlos, orar juntos
a Dios, para eso debemos programar nuestro horario...y más aún después
de compartir en la sobremesa, al haber comido juntos como familia, al menos en esa hora antes de abandonarles en el sueño,
dejarles sentir la seguridad de su madre.
En mi experiencia, compartí conversaciones y libros con mis hijos. Historias pequeñas cada noche, pero con una
enseñanza de moral y ética, ya fuera sobre historia, cuentos de la familia, lecturas bíblicas
infantiles, y nos dábamos Abrazos de
Oso.
Yo les decía que cada persona
necesitaba al menos 8 abrazos al día,
así ellos contaban los que habían
recibido, y yo les daba los que faltaban en la cuota. jajaja.
Y hoy doy abrazos así a mis nietos, y hasta dos veces al año doy ''Abrazos Gratis'' en las calles.
En una caja poníamos papelitos
donde se escribía, "Lectura de la Biblia" o
"Cuentos de la Familia",
"Otros libros",
etc. y uno de ellos sacaba el papelito
ganador, y eso era lo que hacíamos esa noche.
Recuerdo a mi hijo mayor emocionarse al hablarle de George Washington, y
decirme lo orgulloso que estaba de ser americano.
Otras veces, cuando ya sabían leer, les asignaba un pequeño
libro de colecciones de animales u otros
temas, para leer cada uno, y tenían que reportarme verbalmente al otro día
lo que habían aprendido leyéndolo. Esta
idea la capté leyendo el libro
"Gifted Hands" del Dr.
Ben Carson famoso neurocirujano negro, quien fuera uno de los candidatos a la
presidencia de los EEUU y quien es actualmente
el Secretario de Housing and
Urban Development en la administración del Presidente Trump, y así les criaba su madre que era medio analfabeta, y les
pedía a sus hijos los reportes verbales de los libros leídos.
Esto lo aplicaba también Benjamín
Franklin (del cual leí su interesante autobiografía). En las reuniones con amigos en Philadelphia, les
asignaba a cada uno, los JUNTOS así se llamaban, un tema, libro o documento, y
en la siguiente reunión cada uno
manifestaba lo que había aprendido. Es
de ahí, que utilizamos la palabra
JUNTA....para reuniones. Benjamín Franklin opinaba que en el tiempo que cada uno leía un libro o
documento, al reunirse y dar todos su reporte, aprendían todos a la vez, como si hubiesen leído
todos los libros citados.
Como ven apliqué todo lo aprendido con mis hijos. Así ellos quedaban
conformes y sin ansiedad, en sus
camas, porque se sentían rodeados de
amor.
Cuando veíamos la televisión,
escogíamos los programas apropiados, para verlos junto con ellos, y luego compartir opiniones sobre lo
que veíamos. Esa es una buena manera de educarles también.
Recuerdo que cuando iban creciendo y
les recomendaban lecturas en la escuela,
yo sacaba el mismo libro de la biblioteca para leerlo por mi parte, y luego poder compartir opiniones con ellos en la sobremesa.
Lo primero que compramos en casa cuando estuve
embarazada por primera vez, fue la Enciclopedia Británica para buscar
información y aprendíamos todos (cuando aquello no había internet, ni Tia Wikipedia
ni Tio Google, ajajja) .
También compraba cada semana el TV Guide (Guía de programas televisivos) para escoger los
programas más educativos que
podíamos ver con los niños. Hoy es
un poco más difícil, pues la mayoría de los programas no dan las mejores
enseñanzas, pero siempre podemos controlar en casa lo que ven en la tele. Lo que sucede es que a veces son los
propios padres los que llegan cansados y no quieren molestarse en dedicarles
tiempo, y es más rápido darles un Celular o un I-Pad y callarlos, para que no nos molesten.
Y es que ser Madre, conlleva muchos sacrificios, y uno de ellos es
balancear, equilibrar todas las tareas que hacemos para triunfar en la más
importante. Ahí está lo esencial, saber qué significa ser Madre, y prepararnos para ello, aunque
la experiencia la adquirimos en el día a día, siendo abiertas a aprender de todos y de todo, especialmente, de nuestros propios hijos.
Dejemos a nuestros hijos tener la confianza de
abrirnos su corazón, observando sus miradas,
su forma de pararse o caminar,
sus palabras y el tono en que las dicen,
sin adelantarnos con un regaño
o un
grito. A veces un tono de voz pausado y calmado, o incluso,
el silencio comunican mucho más.
Quiero por eso en esto que escribo compartir algunas otras cosas que recuerdo que hice con mis hijos cuando eran pequeños y que
trato de hacer ahora con mis nietos, en el limitado tiempo que tenemos hoy en
día.
Cuando mis
hijos eran pequeños siempre buscaba lo
que me ayudara en su crianza, no solo en
los grupos de la Iglesia (' IMPACTOS' para padres con hijos pequeños, 'ENCUENTROS FAMILIARES' para padres e hijos adolescentes, etc. ) que muchísimo me ayudaron, pero además con
libros e información útil.
Hoy día las madres se ahogan en un DEDAL de agua,
a pesar de la ayuda de abuelas, niñeras y de la guardería o Day
Care, incluso hoy muchos padres ayudan
a la esposa, y cambian pañales y bañan y dan la comida a sus hijos. Pero hay
madres que le dan más importancia a la
llamada de una amiga, a un programa
o telenovela, o a un
texto que les llegue por el celular,
antes que pasar tiempo con sus hijos.
Recuerdo que trabajaba en la calle, tenía
tres hijos, una niña enferma entre ellos, que demandaba mucho de mí. Andaba con los tres en la Biblioteca para
que amaran los libros, me hice
secretaria de la rama bibliotecaria que estaba cerca de casa. Los libros como lo fueron en mi vida, fueron para ellos, los primeros juguetes, y se
los leía sentados en mi regazo,
meciéndolos en un sillón. Siempre ignoré aquello de no mecerles en un sillón
y cantarles como decían las abuelas, yo sí
lo hice y no me fue
un problema sino que les dí seguridad y amor
con ello, ya que los hijos crecen demasiado rápido. Quería
que recordaran el amor de Dios, el amor de
su madre junto al amor por los libros y el aprendizaje...pero vivía orando a mi
Dios para que me diera fuerzas y discernimiento en la crianza de mis hijos,
para poder con todo. La Gloria es pues, de El.
Me comuniqué en
aquellos tiempos por teléfono y por cartas, con dos psicólogas en New York,
Adele Faber and Elaine Mazlish que habían recién escrito un famoso libro: "How
to Talk So Kids Will Listen & Listen so Kids Will Talk" (Cómo hablarles a los niños para que
escuchen y escuchar para que ellos hablen),
porque a veces solo sermoneamos y utilizamos un sin fin de palabras que en ocasiones les humillamos y los
desesperamos, y llega
el momento en que los niños no nos
escuchan ya más.
Estas autoras
aconsejaban dibujos para recordarles
las tareas, en vez de repetir lo
mismo constantemente, y cuando le
pidiéramos algo, usar una sola palabra
con determinación....
Por ejemplo, en
vez, de decirles, "Muchacho tu no oyes, me
canso de decirte que termines la tarea, que mañana no la tienes hecha, y que le
dirás a la maestra, ya yo estoy cansada...bla
bla bla.'', . Solo había que decir, "LA
TAREA !!!"......
Yo dibujaba cartelitos que ponía en el baño, con una muela cariada, con cara triste y miedosa porque le
venía encima el drill o torno del
dentista..
Donde estaba el latón o bote de basura, dibujaba un
latón con cara de llanto, diciendo.
"Sácame que me desbordo!!!" para que ellos sacaran la basura.
Luego cuando hay hermanos, también hay que saber ser madres de todos los hijos, no de
uno solo. Los favoritismos acaban con la paz y la
armonía del hogar.
Estas mismas autoras escribieron otro libro que también les compré, "Siblings Without Rivalry" (Hermanos Sin Rivalidades). Que me ayudó mucho a que mis hijos varones se quisieran y se ayudaran siempre. Recordemos que las peleas son parte de crecer también y que los hermanos para amarse tienen que pelearse de vez en cuando, pero los padres tienen la responsabilidad de hacerlos sentir a todos, amados y aceptados.
Recuerdo haber leído el libro, "Cheaper by the Dozen" (Más Barato por Docena) de Frank Bunker Gilbreth, Jr. y Ernestine Gilbreth Carey publicado en 1948. Es un libro semi-autobiográfico de estos dos hijos, los mayores de 12 hermanos, que relatan la historia de su familia por los años 1920. Su padre Frank Gilbreth, fue un ingeniero americano, consultor, y autor estadounidense conocido como uno de los primeros defensores de la gestión científica y pionero en el estudio del tiempo y el movimiento, y es quizás mejor conocido como el padre y la figura central del libro que escribieron sus hijos mayores. Mucho de lo que hoy se aplica a las líneas de ensamblaje se lo debemos a él.
La familia Gilbreth
me proporcionó muchas ideas para criar a mis hijos, desde cómo enseñarles disciplina mezclada con amor, hasta
cómo hacer las tareas comunes, las diarias
en el tiempo más breve, como por ejemplo,
bañarse bien y de la forma más rápida, aprender de todo, manejando los tiempos y
movimientos, leyendo letreros por la casa, y notas que yo
les dejaba en el mostrador para cuando llegaran de la escuela, incluso compramos una cortina para su baño
con el Mapa Mundial. (anécdota de mi
cuñado...que dijo al ir al baño. "en esta casa hasta cag......... se aprende.'')
A la hora de comer, poníamos variados
doilles o pequeños manteles
individuales, uno tenía las Constelaciones; otro, los Planetas; El mapa de EEUU; El mapa mundial, etc. y todo eso daba pie para conversaciones,
luego de orar antes de la comida.
Siempre en la sobremesa les preguntaba si habían
aprendido algo nuevo ese día, y tenían que sostenerlo con evidencias, que
muchas veces ya mayorcitos, las buscaban en la propia Enciclopedia Británica.
íbamos
juntos como familia a la misa en la Iglesia, y tomábamos la
comunión todos juntos. Mi hijo menor le llamaba a la hostia, La
Pastillita Blanca. Conversábamos de Dios, y juntos mirábamos filmes
y películas que yo rentaba o compraba, que hablaban de Jesús. No éramos una familia perfecta, pero como
Madre siempre me esforcé en darles y enseñarles lo mejor a ambos varones, a
pesar de su hermanita enferma. No
quería que se sintieran relegados por una hermana enferma y aprendieron a
amarla y cuidarla con mucho esmero.
No era fácil andar con tres hijos, al principio con el
mayor y con dos coches para los más
pequeños; luego con un coche y un sillón de ruedas para Sandra mi hija
especial, pero siempre con Dios.
No siempre
estaremos de acuerdo con lo que dice o siente nuestro hijo, pero valida sus
sentimientos, aunque no sean los tuyos, y
luego ayúdale con lo que siente. Al principio mi hijo mayor no comprendía la
enfermedad de su hermanita y se negaba a orar diciendo que Dios era Malo. Me tomó psicología y la ayuda de mi
sacerdote confesor para poco a poco convencerle de que su hermanita era un
Angel que Dios nos había prestado. Y
cuando estuve embarazada de su hermano más pequeño me tiraba avioncitos de papel en la cocina,
diciendo que quería que viniera una hermanita NORMAL para jugar. No fue fácil, pero siempre traté de ayudarles.
Otra colección
de libros que me ayudaron mucho con mis hijos fue la de "Handling Your Ups and Downs" (Manejando Tus Altibajos) de Joy Berry. Pero
compré muchos otros libros, y
rentaba o compraba videos que tenían enseñanzas buenas para ellos: la importancia de Dios y de la familia, el
amar y servir a los demás, el hacer el bien, etc.
Recuerdo que al llegar a casa de la escuela, ya yo en las mañanas les había dejado un papelito sobre el mostrador de la cocina
indicándoles lo que tenían que hacer al llegar.
Lavar, recoger, hacer la tarea, ayudar a la niñera cuando llegaba con su
hermanita enferma. Ellos hacían sus camas, y recogían sus
cuartos. Fueron muy buenos mis hijos,
me ayudaron mucho con esa hermanita enferma.
Pero en el papelito que yo les
dejaba escrito con la lista de los quehaceres, les ponía dibujitos y corazoncitos, caritas sonrientes, con mucho
amor, y al final, una nota cultural... por ejemplo, "El
Pensador, escultura famosa hecha por el francés Rodin....etc" y les
dibujaba la escultura... y así los
culturizaba además.
En la biblioteca conseguía las listas de libros que les recomendarían en
la Secundaria y en High School, para familiarizarlos con ellos, y en ocasiones
también conseguía los filmes basados en esos libros para que los vieran en
casa, y así conocieran ya de antemano
las historias.
Teníamos noches de cine en familia, donde veíamos varias películas de un
actor determinado, como por ejemplo, una semana viendo filmes de John Wayne, y
así sucesivamente.
En casa se jugaban los juegos de mesa conocidos, y los que yo adquiría por
catálogos para aprender mientras era un juego.
Hacíamos ejercicios de práctica o
Drills para en caso de un fuego qué teníamos que hacer. Cómo rodar sobre el suelo, y luego dónde
reunirnos una vez fuera de la casa. En
ocasiones, les vendaba los ojos para que
supieran apreciar lo que siente un ciego, y les hacía caminar despacio y contar
los pasos y saber dónde estaban los muebles para no tropezar. Otras, nos acostábamos en el suelo con las
piernas sobre la cama, para que entendieran cómo viajan los astronautas en las
naves espaciales.
Les decía que cualquier cosa o palabrota que escucharan por ahí, siempre
podían venir y preguntarme lo que
fuera. Si yo no sabía la respuesta, la
buscaría y aprendíamos todos, y luego les explicaba por qué un
vocablo no se podía usar en público porque
era una falta de educación. Siempre
que pude no les mentí, y la sinceridad fue algo primordial en mi hogar.
No les permití burlarse de nadie ni humillar a los demás. No les enseñé a vivir de superficialidades
ni vanidades, ni a vestirse pendientes de
marcas de diseñadores. Les hablé de Dios y les demostré lo que era
ser cristiano no solo en palabras sino con acciones. Y sí, mucho que conversamos, pues para mí nada era más importante que la educación de
mis hijos. Me ayudaron hasta en la
cocina, y no crié machistas, sino
hombres cristianos con valores. Hasta libros infantiles
de buenos modales y etiqueta les compré.
Pasé varias semanas tomando cursos en la Arquidiócesis sobre Sexualidad Cristiana
(en la Iglesia de San Pedro & San
Pablo, en el Barry College, en el SEPI, etc. ) para ser yo quien instruyera a mis hijos en
tan delicado tema, y según sus edades.
Así mismo impartí esas clases a mis grupos del MFC (Movimiento Familiar
Cristiano, que era para matrimonios y donde ocupamos cargos de liderazgo).
En una ocasión, mi hijo mayor se desprendió de mi mano en una tienda, y
salió corriendo. Salí tras él
con indignación, pero enseguida
me di cuenta que fue a ayudar a un anciano que se dirigía a
la escalera eléctrica y se le había caído un paquete.
Al regresar, vino asustado por mi regaño, pero
le expliqué que debió haberme dicho, mas no obstante, estaba orgullosa de que escuchara a Dios primero, e hiciera lo correcto como cristiano.
En el mes de Mayo, cantábamos y le poníamos coronas de flores a la
estatua de la Virgen María que
siempre teníamos en el jardín.
En la sala de casa, tenía una
vieja caja de zapatos, con una
ranura para meter papeles, etiquetada,
"Quejas y Sugerencias." Primero, me dictaban ellos sus quejas u opiniones, y yo escribía las notas y las ponía en la
caja. Luego al
ellos aprender a escribir, las ponían en la caja por sí mismos. Una vez a la semana, hacíamos un Family Meeting
o Reunión Familiar para discutir los diferentes asuntos expresados en
aquellas notas. Y hasta ellos daban
sugerencias de cómo debíamos disciplinarlos.
Me ocupé de sus citas médicas y dentales, de cada situación que requería
atención. Aún con todo lo que tenía, mi trabajo de
oficina, el hogar con cuidado a un esposo e hijos, la limpieza, cocinar, responsabilidades variadas, cuidando de mi hija
enferma, y más tarde por unos cuantos años, vivieron mis suegros con nosotros, y mi suegro
postrado con Parkinson, nunca falté a mi responsabilidad de Madre.
Pero Dios siempre me dió las fuerzas necesarias para balancear mi vida y
lidiar con todo, y no dejar de escribir, publicar libros, dar
conferencias, viajar en presentaciones de libros y conferencias, visitar
universidades y escuelas de discapacitados, en EEUU y América latina
principalmente.
Estudié Modelaje e hice pasarelas;
estudié canto, y danzas; hice
teatro como amateur, y canté profesionalmente con mis profesores de canto.
Estudié idiomas....En fin, nunca puse
excusas para mi propio desarrollo cultural y alcancé metas que tal vez me dieron
más ilusión para hacer mi papel de MADRE. Y hoy en
día, continuo haciendo Tertulias mensuales en pos del arte y la cultura, y
promocionando eso mismo en la
ciudad. Porque
una madre frustrada y triste no puede
sino comunicar tristeza y negatividad a sus hijos.
Pero como todos, SOY HUMANA. Y POR ENDE, NO SOY PERFECTA.....Claro
que cometí también muchos errores, pero entre nosotros en casa, ha existido siempre el perdón, y al final el
amor siempre ha triunfado por sobre todos los errores y defectos que podamos
tener. Bien sabe Dios que nunca me he
sentido humillada al pedirle perdón a mis hijos por cualquier error o falta que
haya cometido con ellos.
Cuando los hijos ya llegan a adultos, las cosas cambian, sobre
todo cuando ellos ya no viven en casa, ya han formado otro núcleo familiar y
debemos tener mucha sabiduría y paciencia.
Los buenos hijos siempre
recuerdan a la madre, la visitan y la llaman con gratitud, a pesar de sus tantas obligaciones, pues ellas
han sido las que les trajeron al mundo y
si han sido buenas, deben
reconocerlo; pero si no lo hacen, igual nos aman, y somos siempre la MADRE y una madre siempre
perdona y comprende, y jamás deja de amar.
Hay que respetar a la pareja que han escogido, no
sembrar divisiones ni cizañas;
controlar los celos, que solo
destruyen; ganarnos el amor del yerno o
la nuera, y más aún cuando llegan los
nietos, que por mucho que los amemos, no son nuestros hijos, y hay que respetarles a ellos cómo quieren educarlos.
Ya aquellas largas conversaciones de la niñez y el
diálogo y el compartir se hacen más escasos,
porque ahora tienen sus propias obligaciones y responsabilidades. Aunque siempre es nuestro deber como madres
ofrecerles un consejo, una opinión, debe ser con respeto,
respetar sus tiempos y decisiones.
Ellos después de todo, son los hijos que nosotros criamos y
educamos. Confiemos en sus decisiones, y
oremos a Dios por ellos y sus proyectos.
Ya no somos lo primero en sus vidas, aunque nos duela y nos sintamos en
ocasiones olvidadas y solas, nunca
dejaremos de ser la MADRE...la que compartió su sangre con ellos, la que les
cuidó hasta ser adultos, a pesar de todos los contratiempos, y debemos sentirnos orgullosas de verlos hoy
ser seres responsables y de tener sus vidas llenas de bendiciones y de formar
una familia. Y si han tomado un camino equivocado, sea el que
sea, con más razón debemos ser sus MADRES.
NO dejemos de ORAR
por ellos y de BENDECIRLOS a cada instante. Y estar ahí
prestas si nos necesitan. Ahora ya mis hijos varones son adultos, y aunque no siempre me respondan
o actúen como yo quisiera, o ellos no
esperen cómo yo reacciono a esta edad, seguimos amándonos y perdonándonos.
El amor de una madre debe ser lo más parecido al amor de Dios, porque ...
Ser MADRE...es la bendición más
grande que existe, pero también el amor
más sacrificado, sin ser una víctima, sin que perdamos la alegría.
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